No me quiero decir nada; llamarme o nombrarme.
Asistir puntual
al réquiem de mi voz.
Silencio;
solo fuego, ardida piel, música de llamas y pasiones,
crepitar de antiguas vidas
que van cediendo
las edades tempranas;
los sonidos de juegos,
infinitas praderas
y asustadas caricias.
Fuego, demasiado fuego…
Me resiento
bajo la mirada,
me busco.
En llamas mi cuerpo;
integro
ausente
intocable
derretidos pensamientos.
Subo la mirada
en el fuego ser;
la hoguera es vida, me sigue
me veo
me huyo.
II
Me fecundo
en la línea de mi sangre.
Vuelvo…
… a quemarme en mis palabras,
a la soledad de un Dios que justifica
la vida
y otras ausencias.
Y sólo fuego
ardida piel
música de llamas y pasiones,
crepitar de poros y ambigüedades,
vidas antiguas.
Fuego, demasiado fuego…
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