La eficacia de la gestión cultural, cantidad y calidad de la acción, dependen directamente de lo que hemos denominado “pilares básicos de la gestión”. Ellos son:
Organicidad.
Planificación.
Infraestructura.
Presupuesto.
Capacitación Permanente.
El principal problema con que se encuentra un agente cultural es ver en que medida la organización (municipio o institución) les ofrece la posibilidad de establecer o consolidar los cinco pilares básicos, sin los cuales se hace muy difícil la consecución del éxito.
ORGANICIDAD
Significa dotar al área de cultura de una estructura jurídico administrativa (secretaria, dirección, jefaturas, etc.) con sus correspondientes recursos humanos, monetarios y materiales.
Dicha estructura deberá estar incorporada al organigrama general de la organización, con los mismos niveles de jerarquía y ejecutividad que las demás áreas de esta.
La organicidad permite aplicar adecuada y eficientemente criterios ideológicos, técnicos y científicos en los programas de desarrollo cultural.
Estructurada orgánicamente el área con sus respectivas divisiones y con personal especializado afectado con dedicación plena, podrá ejecutar su planificación, con sus correspondientes programas, proyectos, actividades y presupuestos, con resultados concretos y visibles.
Establecer organicidad es reducir los insumos monetarios, humanos y materiales aumentando la calidad, cantidad y eficacia de los resultados. La organicidad nos llevara a que menos personas hagan mas y mejor en menos tiempo y con menos recursos. Una sola persona al frente de un área orgánica podrá hacer mucho más que varias sin respaldo organizacional.
La organicidad es la base de la gestión cultural, es tarea a la que deberá enfrentarse todo agente que pretenda dignidad y éxito en el desempeño de su función.
PLANIFICACIÓN
La planificación es la racionalidad metodológica fundamental de toda estrategia de desarrollo. Forma parte del proceso de la administración y es el camino que se sigue para determinar de qué forma vamos a alcanzar los objetivos propuestos.
“La planeación consiste en fijar el cursos concreto de acción que ha de seguirse, estableciendo los principios que habrán de orientarlo, la secuencia de operaciones para realizarlo y las determinaciones de tiempos y de números (costos, cantidades) necesarios para su realización”.
Etimológicamente “planeación” significa trazar un plan o proyecto, mientras que “planificación” implica someter las actividades desarrolladas a un plan.
Cuando planificamos estamos remplazando la improvisación y sus consecuencias por la elaboración de programas basados en cálculos ciertos sustentados en posibilidades definidas, poseyendo el dominio de la oferta, de la demanda y de los recursos que componen la actividad cultural.
Planificar es evitar la improvisación, los resultados inciertos, la incoherencia, la indefinición, la inseguridad y la perdida del rumbo; es decir el fracaso de la gestión.
Planificar es asegurarnos el cumplimiento de los objetivos, el enfoque integral, el manejo de los tiempos y recursos, facilitar la acción otorgándole homogeneidad y coherencia, es controlar la ejecución y evaluar los resultados, es ahorrar tiempo e insumos, haciendo mas con mayor calidad, es decir asegurar el éxito.
La planificación debe servir de base racional a la acción, sin la cual no hay planificación valedera. Todo debe ensamblarse armónicamente en la medida justa.
La planificación es posible cuando existe organicidad, capacitación, presupuesto, estructura operativa y dedicación plena.
INFRAESTRUCTURA
Son los bienes fijos que posibilitan la existencia de ámbitos donde desarrollar la actividad. Inmuebles, bienes de capital, recursos técnicos; constituyen la infraestructura cultural. Su existencia nos dará la posibilidad de realizar determinadas actividades que requieren de equipamiento específicos.
Esta infraestructura puede ser propiedad de la organización o bien de otras organizaciones (bibliotecas, museos, escuelas, clubes, asociaciones vecinales, etc.) con las cuales se pueden celebrar convenios o establecer cualquier otro tipo de relación que nos permita ofrecer los servicios culturales.
Es importante que una organización cuente con infraestructura propia como forma de contar con un ámbito físico permanente a partir del cual se irradien las acciones hacia otros ámbitos.
La gran infraestructura no debe ser una condición a priori de la gestión cultural sino una consecuencia concurrente con el desarrollo cultural. De no ser así se corre el riesgo de crear estructuras ociosas que sobrepasan la reales necesidades.
PRESUPUESTO
Es la asignación de fondos financieros que la organización otorga al área para su desenvolvimiento. Este monto se otorga en base a cálculos anticipados de los egresos o ingresos para cierto periodo de tiempo. Es un cómputo previo.
Contar con la disponibilidad de un presupuesto ofrece autonomía operacional, a la vez que da seguridad a la ejecución de los programas, disminuyendo los márgenes de incertidumbre e improvisación a que obliga su carencia. Además permite planificar sobre bases concretas de financiación.
En el caso de un municipio, algunos expertos han establecido que un presupuesto ideal para el área de cultura debe ser del dos por ciento del presupuesto total municipal. Esto en términos ideales y en situación de abundancia. Nosotros estamos en condiciones de asegurar que si contamos con el uno por ciento del presupuesto total municipal (sin considerar sueldos del área de cultura, que la organización imputa a la cuenta personal) podremos realizar una buena gestión, incluyendo realizaciones fijas, como montaje de museos, bibliotecas, archivos, que son ejecuciones de costos considerables. Todo estos siempre que se cuente con organicidad y planificaciones.
No hay excusas, entonces, para alegar falta de recursos , máxime si el agente cultural ha elaborado un calculo racional , en base a proyectos útiles, concretos y que tiendan al desarrollo comunitario, sustentado en contenidos solidarios con las necesidades de la población.
CAPACITACIÓN PERMANENTE
Este aspecto es inherente a los propios agentes culturales. Es también de injerencia de las jerarquías superiores, en el sentido de que son las responsables de promover y patrocinar la capacitación de los funcionarios y personal del área para formar administradores culturales y animadores, como así también estimulando las especificidades técnicas en museos, bibliotecas, archivos, informática, comunicación, disciplinas artísticas, etc.
Planificación y ejecución requieren de excelencia. Esta surge de la capacitación agregada a las condiciones naturales del individuo. Y si la capacitación no es permanente se cae en el anquilosamiento y en la sujeción a concepciones perimidas, contrapuestas a la dinámica del cambio que caracteriza a los tiempos actuales y a la cual ya hicimos referencia.
La calidad de la gestión cultural dependerá en gran medida de la capacitación de los agentes de competencia. Nadie concibe una dirección de salud sin un medico a su frente o una dirección de obras sin un ingeniero o arquitecto. Sin embargo no se suele ser meticuloso cuando se habla de una dirección de cultura. Si bien no se han implementado aun carreras terciarias o universitarias al respecto, existe la carrera de administración como asimismo de comunicación , cuyos principios son aplicables aquí, como así también en numerosos organismos que dictan cursos sobre animación socio-cultural y especificidades técnicas de toda índole (museológica, bibliotecología, archivología, restauración, comunicación, disciplinas artísticas, artesanías, etc.)
Es lógico también que solo con cursos de capacitación no vamos a obtener necesariamente buenos agentes culturales. También corremos el riesgo de crear apenas teóricos diletantes. Se trata de formar agentes responsables y racionales, que sustentados en sus capacidades naturales y en sus aptitudes personales puedan llevar adelante una acción positiva.
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