martes, 6 de enero de 2009

LA SEÑORITA YO - Cap 7 - Manuel y YO


Si buscas la verdad, prepárate para lo inesperado,pues es difícil de encontrar y sorprendente cuando la encuentras. HERÁCLITO


Ya pasó un año; 365 días, que sé que me engaña, lo intuyo y lo confirmo. Él no sabe que lo engaño, no lo intuye y por las dudas no pregunta. La realidad de una pareja parece ser ahora cuestión de ir creciendo y tirando juntos para el mismo lado, aceptando uno del otro cada “deseo” o “demanda insatisfecha” ; frase marketinera, que suena mercado, a mercado gay.
Pasamos unas mini- vacaciones románticas en el campo de un amigo. Para mí, que me siento un escribiente, fue como estar en un lugar exterior e interior ideal. Cerca del casco de la estancia pasaba un arroyo, plagado de cascaditas. Amo las cascadas, amo la sutil música que crean al seguir el curso; eso es el amor: no pasar dos veces por el mismo lugar. Peligro: no pasar dos veces por el mismo lugar ¿significara vivir la historia, terminarla y buscar otra? Me conflictuo, estoy pensando demasiado, estoy harto de pensar.
Sigilosamente se acerca Manuel, puedo percibirlo, si, no me cabe duda, él se acerca. Cada vez que me engaño o hizo algo que podía molestarme lo supe en el momento exacto en que estaba pasando. No me pregunté nunca ¿por qué es tan predecible Manuel ?
Recuerdo una vez que me dijo que cenaría con amigos. No terminó de decir amigos que supe que me mentía. No dije nada, salio del departamento y yo me puse a chatear con Mercedes. Mientras reía, con mi hermana, entra en línea Francisco un amigo mío.



Francisco: ¡Sergio, mi amor! ¡cuánto hace no te veo por acá! ¿En qué andas?
Sergio: Holis Francis, bien, todo bien. ¿Vos? Tanto tiempo, ¿estás en Buenos Aires o de viaje?
Francisco: ahora en Buenos Aires, en una semana viajo a España por el puto trabajo. Mi novio esta furioso ja ja ja . Pero bueno es así viste.
Sergio: Y…sí. Yo bien trabajando mucho y… de novio ja ja
Francisco: Contame yaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
Sergio: Nada, todo bien. Hace un año que salgo con un chico que concí, ya convivimos y todo bien. Que sé yo.
Francisco: ¡Qué alegría! Yo hace más de un año que no te veo, ponete las pilas y te venís un día con él y cenamos los cuatro. ¿Cómo se llama?
Sergio: Bueno dale, arreglamos y un día vamos. Manuel se llama
Francisco: ¡Qué bueno que estes con alguien, a vos te gusta la vida en pareja! ¡Ah! Te acordas de Juan, mi amigo medico de San isidro?
Sergio: ¿Cuál?
Francisco: Juan che, que no conseguía novio ni a palos. Hoy cenaba con un chico de Palermo, lo invito a un restaurante de la Costanera y creo que después iban al cine. Me acorde porque me contó que se llama Manuel, como el tuyo.
Sergio: Mira vos, que coincidencia.
Francisco: Si, Juan esta muy expectante con el encuentro, lo pasaba a buscar por la esquina de su casa.
Sergio: ¡Ah! ja ja ja, a ver si me lo encuentro todavía.
Francisco: Y si, Palermo es chico y se conocen todas ja ja ja, por la dudas no andes por Charcas y Salguero, ja-ja-ja-ja-ja
Sergio: ¿Charcas y Salguero?, cerca de donde vivimos nosotros. Che Juan, ¿cómo es el chico que conoció?
Francisco: Mira, mucho no sé; me contó que es alto, unos 32 años, creo que trabaja en una consultora, no sé bien, mañana me contara.
Sergio: Ok. Bueno Juan, espero verte pronto a vos y tu amorcito. Te mando un beso y te quiero mucho.
Francisco: Yo a vos también, cuídate y tráenos a tu chico así lo conocemos. Besitos.
Sergio: Besos.

Caíamos en lo mismo; otra vez engañándome, otra vez la idiotez de su parte. Llego al departamento y lo llamo. No atiende. Le mando un mensaje de texto. A los minutos me responde que no tiene casi señal y que me atiende y se corta.
Decido no llamarlo más.
Me ducho, preparo un whisky y me recuesto a escuchar música.
Manuel se había ido a las nueve de la noche. Cuando regresó, cerca de medianoche, a la hora de las brujas, en la hora oscura, me dice mientras me da un beso:

- Hola mi amor ¿estás dormido?
- No, te esperaba. ¿Cómo te fue?
- Bien, todo bien. ¿Vamos a salir?
- Pero acabas de llegar, contamé; ¿cómo te fue?.
- Bien, fuimos a cenar por Palermo con los chicos del trabajo. Bien, la pasamos bien.
- ¿Si? ¿Seguro que saliste con ellos?
- ¿Qué preguntas? ¿Ya empezas? ¡Déjate de joder! – me respondió mientras comenzó a prepararse un whisky.
- Nada, te pregunto, no sé por qué te pones así.
- Mi amor, siempre estas dudando! ¿Dónde voy a estar?
- Y qué se yo, viste como es el destino, te lleva a lugares que a veces deseas, por ejemplo a la Costanera, a cenar con un tal Juan ¿no? - le dije sin pelos en la lengua, viendo como él empalidecía
- ¿Qué decís? ¿Con qué Juan? ¿Vos estas cada vez más loco!
- Y vos cada vez más mentiroso. Y al cine; ¿qué fueron a ver?
- No te aguanto más. Me voy a caminar.

Dio un portazo y se fue. A los pocos minuto regreso. No le hable. No me hablo. Se acostó a mi lado y busco abrazarme. Yo no tenia ganas de abrazar un mentira; ¿quien habrá sido el imbecil que invento la frase que reza “una mentira no es más que una verdad que a veces duele menos”. Quien puede ser tan idiota.
Soy un tipo que necesita saberlo todo, aunque duela, aunque mate. Siempre entendí que a una persona se la mata de una sola vez y no todos los días un poco. Creo que el poder que te da la verdad es algo inmaculado: es el poder de poder decidir que hacer de nuestras vidas ante determinadas situaciones. Ese poder debe ser dado por naturaleza, y lamentablemente, a vece por el otro. Si el juraba ser tan frontal: ¿cuál era la necesidad de la mentira?. Mi mayor dolor era permanecer en la incertidumbre. Yo no hacia nada evidente y aunque después de su primer engaño, en aquel viaja a San Juan, que provoco mis ganas de experimentar otras cosas, nunca le di un mínimo motivo para que sospeche. Después de todo el sexo corresponde a la esfera de lo privado; ¿para qué contar entonces mis engaños? Luego de mi efímera y extremadamente caliente aventura en el ascensor, entendí que nunca le iba a contar mis pequeños grandes deslices; ¿para que? Si pertenecían a mí y a un instante de mi vida.
Cuando nos levantamos y mientras él hacia el desayuno volví a preguntarle donde había ido y volvió a mentir y a enojarse. Decidí callarme, el tiempo suele traer la verdad como una forma limpia y llana de aclarar todo.
Tres meses después me contó de su salida con Juan, que casualmente era el amigo de mi amigo Francisco. Le pregunte por qué me había mentido y dijo la idiotez de siempre: para no lastimarte. ¿Todo podía continuar normal? La otra frase idiota: “la primera vez que me engañes es culpa tuya, la segunda culpa mía”. Cambiaría: “la primera vez que me engañes es porque sos un tanto puto, la segunda es porque sos muy puto y cobarde” Todo esto argumentado en sus palabras: vivió diciéndome siempre que yo era el amor de su vida, la persona con la que quería pasar su vida. Pero por favor; a otra cosa mariposa. Las locas no nos cocinamos en el primer hervor. Las “mariquitas” somos miles, pero lamentablemente nos conocemos todas.
Seamos realista, la tentación esta en todos lados, sobre todo cuando uno es habitante de una gran ciudad, pero de ahí a encamarte con el primero que se te cruza por el solo hecho del deporte sexual o de sentir que sos algo para el otro, hay un largo trecho. Siempre considere que las situaciones se dan, no se provocan, Manuel vivia provocando estas situaciones y empezó a hacerlo delante mío, cosa que en un principio me desquiciaba. Él lo presentaba como un juego de seducción para alimentar su narcisismo; yo lo vivía como una provocación constante hacia mi amor por él, hacia mi entrega. Pero siempre me he advertido y he advertido; no tengo que sentirme provocado, ni vulnerado, no busquen que saque a los otros, los que habitan en mí.
Esta situación la vivimos en dos o tres oportunidades más, por lo menos las que me contó, estimo que fueron más, pero allá el y sus negaciones.
Me sentí cansado, uno de los pocos días en que lo vi relajado busque el diálogo sincero para ver que haría yo, ya que para Manuel, la vida era un interminable bacanal.

- ¿Por qué no hablamos sobre lo que queres de nuestra relación? - le dije, mientras le daba un mate.
- ¿Cómo que quiero?; estar con vos. Te amo y quiero comprometerme con vos, con alianzas y todo, ¿te gustaría?
- No hablo de eso, y mis compromisos pasan por otro lado, no por una alianza.
- Sos un mala onda –respondió mirando para otro lado.
- No soy mala onda, no me banco más que mientas y hagas boludes tras boludes o te ponés las pilas o cortamos.
- No quiero cortar, pero no sé que me pasa. Me encanta estar con vos, te amo como creo que nunca ame a nadie… Pero no puedo dejar de coger con otros. Quiero que sepas que te engañe tres veces y te lo dije…
- No me lo dijiste, me lo confirmaste, yo ya lo sabia.
- Como digas , pero quiero estar con vos y necesito que me ayudes con esto. No quiero perderte.
- ¿Qué propones?
- Yo te conté que no experimente muchas cosas sexualmente. Creo que eso es lo que perjudica nuestra relación, por eso soy infiel con vos y con otras personas que estuvieron conmigo….
- Bueno ¿cómo te ayudo?- le dije algo fastidioso.
- No sé, que se yo. Si tengo ganas de estar con otro me gustaría que vos también estes, eh… prefiero que compartamos una persona los dos a que yo te sea infiel. Prefiero dejar de mandarme cagadas solo y empezar a hacer eso con vos cuando sienta ganas de tener sexo con otro. Después de todo a vos te amo y podemos compartir eso ¿no?
- ¿Me propones cama de tres?
- Si, que se yo…si. –respondió

Me sorprendí de la misma manera en que sorprende cualquier mortal que camina por Buenos Aires y ve tirado en la calle un mendigo; es decir: una propuesta así de su parte fue…nada. De todas formas, como yo nunca había estado en una cama de tres, nunca una pareja me había pedido eso, se cruzaron por mi mente mil imágenes ; los cuerpos de otros rozando el de Manuel, las lenguas perdiendóse en su cuerpo, los sexo entrelazados jugando a ser posesiones, la promiscuidad jugando a ser cotidiana. Nada, no pensé en nada y pense en todo, aunque nada de él podía sorprenderme ya.


- No sé si voy a poder, pero entonces ¿no me amas? – le conteste.
- Te reamo, ¿no entendés? ¿qué tiene que ver el amor con el sexo?- me dijo como si nada.
- No sé supongo que mucho,¿ te parece que nada tiene qué ver el amor con el sexo?
- No, a vos te amo, a los otros no.
- Bueno vemos que pasa. –le dije queriendo cerrar el tema.
- Te amo – dijo él, mientras empezaba a besarme, a desnudarme y hacerme el amor.

Tenía razón, nada tenía que ver el sexo con el amor, después de todo, yo empezaba a tener una vida sexual paralela. Cada vez me confirmaba a mí mismo que nada volvería a ser igual con Manuel; que nunca volvería a confiar en él, y que el amor empezaba a ser solo una ilusión pasajera, algo que fue en un tiempo en que pudo ser.Ese tiempo no existía más.