miércoles, 11 de marzo de 2009

I HAVE FULLY COME OUT OF THE CLOSET – Cap 17– Confesiones a ustedes que no los conozco



A qué me extrañaron, ¿no?, manden mensajes mintiéndome; dicen que "la mentira no es más que una verdad que, a veces, duele menos". Todos estos días que falte a la cita de mi catarsis en este blog, estuve en Sagittaria, si; mi pueblo. Necesitaba imperiosamente regocijarme con el verde de sus calles, lo ameno de su gente, el contorno de la sierras bordeándolo todo y de mi madre, mis hermanos, mi sobrino, en fin de mis afectos. Volví una vez más a ese lugar donde su gente me hace sentir tan querido, donde uno deja de ser una cosa y pasa a ser una persona. Donde uno recibe un beso porque si, un saludo porque corresponde, un buen día sincero y un hasta luego aún más sincero; siempre con la esperanza del reencuentro. Si, volví una vez más, y nada cambia en esos lugares.
Cuando subí al micro que me traería de regreso a Buenos Aires, que decirles; ver la postal de mi madre, mi hermana y mi sobrino dibujadas sobre la desértica Terminal de Ómnibus hizo que mi mente en segundos se retrotrajera a mi pasado, a mis tiempos de felicidad, esos tiempos en que uno es simplemente feliz, porque no conoce nada, pero nada, acerca del dolor del mundo.
Si mis desconocidos amigos, regrese a mi antigua morada, hoy cofre de un silencio , que a perpetuidad acumula pasado. Pero no fueron ausencias ni vacíos, ni siquiera silencios pequeños y tristones los que vi; fueron esas voces que la habitan ahora; con sus horas que no sirven, con sus días que no pasan, con sus noches que aletargan lo que me brindo la ausencia. Ese cielo estrellado que yo imaginaba mio, tan mío.
No es que regrese a mi antigua casa; de paredes ajadas, espacios de grandes sueños, con el nogal que desde el patio me invitaba a subirlo para imaginarme un infinito futuro literario y divino. No. Regrese a mi vieja costumbre de ser aquel que ya no soy; regrese a ese tiempo despiadado y poderoso, a un hueco que absorbió en segundos la historia de mi vida, cada uno de esos 365 días multiplicados por mis edades.

¿Saben? No volví a mi hogar, ni al vacío que el encierra, ni siquiera a sus oscuridades tempranas: volví a buscar al niño que allí deje, para que me convenza del hombre que hoy soy. Volví con la esperanza empecinada de no encontrar aromas en el patio, pero el estaba desprolijamente disfrazado de otoños. ¿ El aroma del tiempo?.
Tanto tiempo que paso, tanto tiempo que es casi nada. No hay recorrido que no empiece con el tiempo, que no deja de ser un tirano, una novedad o un dolor. No hay recorrido que deje de atravesar puertas, ventanas selladas, rincones repletos de aquellos ecos que nos dieron vida. El tiempo es la voz que subyuga cualquier infidencia, que clausura todo lo esquivo que puede traer la memoria.

En cambio yo no encontré mi casa, me halle yo; vacío de las personas que no pudieron asistir a la cita, sin poder sacar la pava del fuego (el fuego no es fuego donde hay ausencias), sin siquiera sonreírme en el espejo por el miedo aterrador que puede significar la sonrisa como aproximación a la felicidad.

No hubo voces que hablen con otras voces. Ni personas que duerman, ni siquiera vale la pena mencionar los sueños. La carencia de la mujer que me cuidaba, hoy sólo es una postal desdibujada del ayer.

Y muchos menos aquel hombre que mi voz no menciona (es mi secreto, todos tenemos uno) y mi recuerdo perpetua; aquel hombre que supo leerme en el cuerpo todos los misterios, decirme en su paso todas las incertidumbres que supieron opacarme. Ese hombre que como pocos tuvo la grandeza de no vivir de memoria, Carpe Diem le dicen? .Ese hombre...que ya no esta.

No volví a mi antigua casa, regrese a un paraje inanimado , pero igualmente lleno de vida.

Llegue a Buenos Aires, esta cayendo la noche y estoy solo. Hay gente afuera que me espera y que no quiero encontrar. Voy a intentar leer para salvarme por un rato, cada cosa que leo anuncia mis fracasos, son como pequeños suicidios cada día.

Yo también me entristezco a veces, pero cada vez me importan menos mis tristezas; sólo que en aquella casa me sentí en una religión sin Dios, pues alguna vez fui su habitante.

Me enciendo en un cigarrillo y les escribo estas palabras, ni siquiera se por qué.