lunes, 15 de febrero de 2010

Gula



Martes. No voy a trabajar, quiero quedarme en el departamento. No sé que es peor, pero no voy a salir. Pienso en una sola cosa: cada vez que siento que voy a lograr algo aproximado a la felicidad, una voz interior me dice que no lo merezco y yo lo confirmo. Alejo así, de mí, cualquier posibilidad de ser feliz. Como aleje a C.

Me levanto a prepararme el desayuno, siempre tomo mate. Nada más.
Hoy estoy deprimido: abro la heladera y esta, mirándome, diciéndome:


- Poséeme, tómame, háceme tuya.


Prestigie es una torta de chocolate puro, con una capa interna de tres centímetros de coco (también puro) y destellos de dulce de leche. No corto una porción; agarro la bandeja, deposito a Prestigie y me voy a la cama. No abro una sola ventana.
Me acuesto, no sin antes poner LO QUE EL VIENTO SE LLEVO; necesito sufrir y ver como la bella e idiota de Scarlett pierde todo, como yo.
Una cuchara oficia de arma mortal para la torta: no la como, la devoro, la trago desesperadamente. Torta, café con leche, torta, café con leche. No puedo parar. En la pantalla se besa, se aman, se pelean, mueren, se incendida todo y yo: lloro y como, trago y devoro.
Con la ultima porción se me cruza un pensamiento: -ojala me intoxique y muera, ojala me agarre un coma hepatico, ojala me encuentren agonizando, ojala quede como un vegetal y venga C. a verme y yo le pueda decir: -Culpa tuya, ¡ la puta que te pario! (claro, no tengo ganas de asumir la culpa yo).
Nada, la puta torta no me hace nada. Fresco, como una lechuga salida del huerto, me levanto, dejo la bandeja y ataco unos ravioles frios de la noche anterior. Igual proceso.


Nada, sigo vivo.


Telefónicamente pido 2 kilos de helados: chocolate negro, chocolate blanco, dulce de leche al rhum y al whisky. Pienso que si no reviento con eso, no reventare con nada.
Soy una especie de Bridget Jones, pero sin esperanzas.


Termino el helado y veo el final de ADIOS A LAS VEGAS, amo los amores no correspondidos o destructivos (no para mi, claro. ¿O si?)
No logro levantarme de la cama. Soy una bola de grasa inanimada. Me anima pensar que tengo medio pollo en la heladera; voy por el, lo unto con mayonesa y desaparece en mi boca.

Me llama una amiga:


- Hola R, ¿cómo estas?
- Bien tomando un tecito, me duele un poco la cabeza.
- Capaz comiste algo que te hizo mal.
- No para nada, hace una semana que estoy a ensaladitas.

Me tomo mis ansiolíticos y veo como Nicolas Cage muere, poseído por el alcohol, acostado a la sombra de su amor.
Lo odio, quiero ser como él.