lunes, 5 de julio de 2010

Hoy vi morir un hombre


Con todo el peso de su cuerpo cayo desplomado en Sarmiento y Rodríguez Peña.
En mis ojos paso todo en cámara lenta, un recorrido inmóvil desde su altura hasta la frialdad del mosaico. Un ruido seco y la muerte confundiendo la geografía urbana.
Tanta soledad vi en esa muerte, en los ojos de ese hombre anónimo que quedaron abiertos mirando un lateral de pies que lo rodeaban.
Tan solo murió ese hombre que no tenía cara de ningún nombre: no era Joaquín, ni Carlos, Ni Raúl, Ni Ricardo, Ni Alberto, Ni Pedro, Ni Juan. Era un hombre sin nombre, sin destino, sin más.
No me detuve mucho, pero no fue por miedo ni tristeza; he llorado algunas muertes pero nunca había visto el proceso; ese pasar de vida a muerte me inmovilizo.
Ese hombre, minutos antes, había pasado al costado mío, caminando como cualquiera, como yo; respirando como cualquiera, como yo; pensando, soñando, luchando, como cualquiera, como yo… metros después caía: inerte, despojado, sin pensamientos, sin aire, sin sueños, sin luchas como todos; como yo. Metros después una persona moría frente a mí, en una esquina, solo, demasiado solo.
Y sentí toda la soledad del mundo, todos los poemas trinaron en mi mente, todas las canciones, todos mis seres queridos y sus ausencias y todas las muertes que uno vive.
Hoy vi morir un hombre, como cualquiera; como yo.
No me sorprendió su muerte, sino el desesperante y agónico ruido de su caída.
En ese horroroso estruendo comprendí mi finitud y ahí si… tuve miedo.

Lo deseado parece ser la distancia... o lo que alguna vez se torne cercanía



Querido R:
…y vuelvo a estar aquí, pensando en aquellas palabras que desde el sur llegaron a mi alma, recordando cada sentimiento que nació en el mundo abstracto que nos tocó vivir, no se si hablar de ti o hablarte a ti, o de vos, o de tu voz, aquella voz que extraño... que me saludaba con sorpresa rememorando cuerpos celestiales...
pero seguimos igual, tú allá, yo acá, ambos en sus mundos, gravitando entre astros y distracciones que pululan con el humo urbano a nuestro alrededor, con menos puentes entre nosotros, sin alguna vía que interconecte lo que a veces pienso de ti, lo que en silencio te regalo por las noches, y los besos que te envío al aire...
¿qué será? acaso es justo no saber de qué vale tanto amor, un amor inmaduro debido a que después de tanta gestación, aún no abre la luz para amar a sus progenitores, así es, como un niño que se sabe hermoso entre ecos y tecnologías, entre métodos de última generación, pero aún sin nacer al verdadero mundo donde te toco y me tocas...
el tacto ha sido el elemento olvidado en nuestro camino, y por ende, ya no estamos en paralelo, ahora es peor, poco a poco nos abrimos hacia caminos desconocidos, y definitivamente el uno del otro...
no puedo exigir, no puedo dejar que me exijas, no puedo... por mi parte, feliz estoy de tus alegrías y acompaño con la lluvia de mi alma tus tristezas, sé que has pasado alfabéticamente por varios puntos, inclusive que ya pasaste por otra C que no soy yo, dificil fue leer que no me escribías a mí, sin ninguna nota al pie, sin ninguna referencia que se llevara mi geste atónito, y mira bien, tanto C como otras letras que pasaron por tus dedos ahora no están, tal vez si y no lo sé, o tal vez han quedado relegados a golpear tecla a tecla lo que tú generas en mí, en nosotros, en todos... mi mundo sueña con unirse al tuyo... sueña....
realmente tuyo C.


Estimado C:
No es un chiste; simplemente este dialogo se convirtió en la costumbre de tenerte lejos y el sufrimiento de sentirte cerca. Cada palabra tuya; escrita y en la distancia me recuerda el olvido como un innecesario transito.
Yo también estoy aquí, del otro lado, pensando palabras que no me salen, ausencias que no me surgen y dolores que no dejan emerger tu presencia. NO es fácil C. y te digo C ya que crees facilitar mis ediciones y no es así: tus palabras son las caricias que me faltan, tus sueños los besos que me ausentan y tu cuerpo una imprudente esperanza.
Gravitar lo celestial tal vez sea el rumbo necesario para el encuentro, aunque muchas veces, estrellarse en el cosmos queda limitado al estallido orgásmico del silencio …ese silencio que hoy no sigue marcando.
Tu amor inmaduro debe encontrarse con el mío, pero ¿cuándo?, ¿sirven las esperas?, ¿sirven las ausencias? Quiere la gestación crecer, o convertirse en una sucesión de actos repetidos?.
Mis alfabetos responden a la imaginación, al deseo como un pasado que vuelve una y otra vez, pero el poseedor de mis palabras sigue siendo el único C, considéralo como un VOS, que escucha mi VOZ repetida una y mil veces
Mis caminos siguen cerrados, quizás no tenga ganas de transitarlos, tal vez me presenten muchos atajos y prefiero no llegar urgente a lugares innecesarios,
Prefiero las grandes distancias a los insoportables olvidos.
Sigo soñándote en una vorágine de ausencia, sigo estando sin vos y todo duele. El mejor sueño esta por venir y deseo desertar de mi mundo a tu lado.
Tuyo siempre.,para siempre Yo.

En cada uno de ellos Yo


En cada hombre que veo también existe la posibilidad de haber sido otro o de haber sido aquel; él imperceptible, él lejano, él ausente, él olvidado. En cada hombre fui aquel hombre; aquel marginado, aquel muerto, aquel alabado y aquel bastardeado.
En cada mirada me vi vacío y pleno, me observe justo y también tirano. En cada mirada hubo lágrimas y atisbos de sonrisas, y en otras miradas estaba yo. Y Yo era simplemente un hombre en todos los hombres y quizás sin ningún nombre. El no ser nombrado me permitía el anunciarme anónimo, y por otro lado el no SER nadie. No ser nadie suele ser un juego fabuloso para transitar la vida y lo anónimo, el fascinante arte de trascendernos en el silencio.
He dicho que he sido todos los hombres y fue ahí donde me convertí en un proceso, en el proceso que me llevaba a mis actos, a creerme amo y señor de mi destino. Me castigue y me perdone, me sentí santo obrando mal y fui demonio cuando otros me santificaban. Me escondí soberbio y vanidoso para hallarme, más tarde, humilde y modesto. Disfrazado de ambicioso me desnude desinteresado y creyéndome sabio me hundí en la ignorancia.
He sido tantos hombres y he sido ninguno.
Y en aquel que alguna vez fui, también fui lo otro: un animal cazado y también su presa. Una serpiente arrastrándome en el dolor del desierto y el delfín cabalgando incansablemente olas de libertad. La paloma de la paz y el águila guerrera.
He sido tantos y he sido ninguno.

Fui el hombre triste y el alegre.
El ansioso y el cansado.
El rebelde, el sosegado.
Fui el niño, el adulto, el anciano y el padre, el hijo y el hermano.
Fui la noche más oscura y el atardecer lejano.
Y fui el campo y la ciudad, el trigo y el cemento.
Lo cerca y lo distante, fui las horas y lo estanco.
Y fui palabras que se volvieron silencios y también ojos que no volvieron a ver.
En cada hombre que veo existe el dolor de haber sido ellos; un niño abandonado, un mendigo, el amigo que ya no esta, el político siniestro, el llanto de un bebe y la caricia desgarrada del abuelo. Tantos, que ni siquiera los números sirven en las sumas de la vida.
Y fui las cosas y fui el tiempo, fui el fuego, el humo, las cenizas. Fui mi cadáver y mi redentor.
Y soy este que he muerto en tantos y vivido en otros, este que nunca sabré si soy alguno.

Ganas


Hoy deseo un día clarísimo, una comida sabrosa, divertirme con amigos, llegar a casa, tirarme en la cama y comer helado, mirando LO QUE EL VIENTO SE LLEVO.
Quiero sacar los espejos, de nada sirven y es inevitable luchar contra el tiempo; para qué pelearme entonces conmigo mismo frente al estúpido cristal?. Deseo con locura llegar a los 40 como también deseo no pasar de los 60. Quiero tener canas yaaaaaaaaa!!!! y disfrutarlas unos años.
Me encantaría recibir un beso largo y prolongado que me haga estremecer (no me importa quien me lo de, pero me haría sentir un poco vivo).
Quiero mojarme la cara con agua helada y no secarla.
Poner las macetas arriba de la mesa y embarrarme todo acomodando la tierra. Quiero que me cuenten cosas que me hagan reír.
Tener un vino helado en la heladera y si lo tengo que tomar solo que no quede un sola gota en la botella. Si, quiero emborracharme, es cuando mas me rió de mi.
Quiero caminar por la Via Appia, tomarme un café (en realidad prefiero un whisky) y después comprarme esa ropa que me gusta tanto para que todo el mundo me siga criticando. Me gusta que me critiquen, ya me acostumbre y hasta me resulta divertido, la imaginación de la gente llega a límites insospechables, seguimos creyendo del otro lo que nos gustaría ser… y no nos animamos. (de todas formas, siempre me chupo un huevo).
Quiero recordar París cuando era París o Grecia cuando no era ruinas, sino historia.
Ah me olvidaba!!, también quiero que me dejen de romper la pelotas con cosas superfluas, ya estoy un poquito grande para eternas pendejadas, todo tiene un momento en la vida; seamos niños o adolescentes cuando tengamos que serlo, de la misma forma que adultos cuando tengamos que ser adultos.
Quiero perderme en la librerías de Corrientes a las tres de la mañana como hace 20 años y encontrarme leyendo a Kundera, a Lacan o Kauffman, y por qué no a Chombsky ?, para salir atormentado enredados en mis laberintos mentales y ponerme a charla con el primer linyera que se me cruce.
Quiero una fiesta el fin de semana en donde todos se sientan parte de un todo. Bailar. Reír. Caminar agotado hasta mi casa y parar en un quiosco por un sándwich de milanesa (viste esos sándwichs horribles que comes desesperado a las 5 o 6 de la mañana?, bien esos quiero.
No me quiero peinar más a la mañana.
Quiero que no me digan más que lindos ojos, los ojos son todos iguales, lo que importa es la mirada; ese como ver las cosas, las visiones individuales.
Deseo que la gente aprenda a escuchar para poder así hablar.
Me quiero comprar una bicicleta y tirarme con ella desde una colina para sentir como se pega de golpe la libertad en mi cara.
Quiero seguir cayéndome de culo al piso para descomponerme de la risa por mis eternas torpezas.
No quiero que mi sobrino deje de ser un niño, aun cuando cumpla los 30.
Quiero escribir mas poemas, menos cuentos y alguna novela y a mi enemigos (cuando los identifique) preguntarles ¿Por qué?. Y responderles: Váyanse a cagar!
Quiero seguir teniendo los mismos amigos y seguir confiando en todos los desconocidos (las defraudaciones vienen después y con el tiempo dejan de ser importantes). Quiero decirles a unos pocos “… el que escupe para arriba……” y a unos muchos: NO ME ALCANZARA ESTA VIDA PARA DECIRLES GRACIAS POR ESTAR CONMIGO!.
Quiero seguir amaneciendo mis sábados en mi cama, prepararme el mate, llevarme la bandeja a la cama, terminar la película de la noche anterior y después tener orgasmos múltiples leyendo los ensayos de Susan Sontag.
Quiero que existan más días de sol y también de lluvia, es ahí donde el agua golpeando el arrullo vegetal de la vida despierta mis inspiraciones.
Y que nada entorpezca mi transito, quiero partir como he vivido, en paz conmigo mismo.

La Reflexión



Una canción dice y se nombra en su enunciado: “tarda en llegar pero al final hay recompensa” . Entonces te das cuenta que todo sirve, hasta el llamarse a silencio, el retirarse en un buceo interno en las aguas de uno; con sus turbulencias y sus espejos.
Así fue que en este tiempo de reflexión y alejamiento de todos y todo, me senté al costado de mi vida, en su lateral menos oscuro. La intención era recorrer un camino, pero sinceramente los caminos poco me importan, solo me interesa la forma en que los transito. No me importo mirar para adelante, sino contemplarme hacia atrás: el pasado suele ser el espacio de encuentro con el hoy. Desde ese lateral en que estaba sentado, solo quería llegar al otro. Efectivamente aparecieron carteles de desvíos, pero desviarme significaría detenerme en el error, nuevamente.
Te cuento que desde este lateral vi todo, hasta aquel momento, ya lejano en que mi vida volvía una y otra vez al instante en que creí encontrarme y solo me sentía perdido. Lo que mas me impresiono de esta visión es que me vi sin miedo y mirando hacia atrás comencé a caminar hacia delante.
Fue aquí donde me pare logrando ver mi vida temprana, los primeros años de juegos y jardín, de llantos cubiertos de risa y la caricia de mi madre anunciando el sueño.
Seguí.
Pasos gigantes y cortos, ágiles y cansados me acompañaban por un cemento crucificado en la línea amarilla que, en la ruta, parecía separar la vida de la muerte. Todo me resultaba igual.
También me canse; un súbito cansancio me hizo ver el espejismo de un adolescente que corría detrás de un sueño, que quizás sería su gloria o su fracaso, pero en aquellos años no importaba. Lo verdadero era perseguir aquel sueño.
Seguí con los ojos cerrados, caminando, dejándome llevar por la monotonía de mis pasos.
Mis pasos detectaron piedras, piedras y rocas elevaciones rocosas que invitaban a mi descanso. Me senté en la roca más alta y observe el paisaje, sentí llegar a la iluminación y toda mi vida no era más que una metáfora ausente de mi. Y volví mis ojos al camino o esa mi vida, y ahí estaba lisa, inmóvil, sin nada que la molestase, ¿era acaso eso yo?.
Y también apareció un atajo o un corte, la única opción para encontrar un lugar mas cerca, ese lugar que representase un sentido para mi vida.

Ahí todo cambio; el sol empezaba a anochecerse, el paisaje giraba ante mis ojos, todo era móvil, inútil, rápido al extremo de convertirse en inanimado. La duda: ¿era acaso eso yo?. Escuche el silencio inerte del paisaje; no habia pájaros, no aparecía la luna en aquella noche, este camino era un desierto que se ensanchaba hasta hacer metástasis con mi desesperación: no habia nada.
Yo deseaba el ruido del agua, el caer despojado de la lluvia, el fluir de un rio, la insolencia de una cascada. Solo agua, la que todo limpia, la que todo lleva.
Giré en el contorno del paisaje y no encontré motivo para sentirme tan infeliz.
Todo parecía cerrarse en un circulo perfecto: el amor ¿el amor?, la familia ¿la familia?, los amigos, el tiempo, lo vivido y lo no. Era todo en una forma de llegar a la nada.
Fue ahí cuando llore, puse todas las lagrimas en aquella roca.
Fue ahí cuando reí, acobarde mi estomago de tanta risa.
Fue ahí cuando maldije todo lo hecho, todas esas grandes cosas que perdí por no animarme.
Y me levante, me levante firme, retome el camino, no importaba ya el paisaje y sus silencios o sus ruidos, quería verme y olvidarme de todo lo prometido por otros, todo lo prometido por mí.
En mi espalda puse toda la felicidad que me cabía y camine lento con solo una certeza que caminaba hacia un mejor y desconocido destino.