lunes, 9 de febrero de 2009

I HAVE FULLY COME OUT OF THE CLOSET - Cap 4 -¿Paralítico de lengua? Nunca!


Un año después de la batalla final, mi cuerpo dejo de desarrollarse a lo ancho para comenzar a tener altura. De ser un corcho para sidra me convertí en un joven proporcionado, con una masa muscular acorde a la edad, con un dialogo de persona adulta y deje de ser el gordito bonachón para convertirme en un joven estilizado y correcto, y además en un libro de consulta de muchos de mis compañeros.
Mi voz se escuchaba en todas las clases, era al único que lo hacían leer, (yo sabia leer y encima interpretaba en el momento) y hablar; mis compañeros eran algo así como amebas recluidos en su mundo de pobres fantasías sexuales, y nunca habían capitalizado el tiempo libre ni siquiera para hablar. Admirado por mis profesores (no por todos, algunos me odiaban mal!!!!) empecé a comprender cosas básicas para la subsistencia en la escuela secundaria y que me servirían para toda la vida, (ahí fue cuando me acorde de mis deseos de ser cura).
Una de las cosas era estar informado (no por chusma, jamás lo fui) siempre genere la suficiente confianza para que el mundo, en su totalidad, me cuente todo, pero todo, sin que yo tenga que hacer el menor esfuerzo en preguntar. Saber cosas del otro, repito, te sube lentamente a lo alto del poder.
La otra cosa fundamental era tener conocimiento, es decir lo que uno conoce o sabe de otros u otras cosas, es decir algo así como hablar con contenido (cosa que poca gente hace) ; un patrimonio propio.
Un tercer factor fue ser siempre políticamente respetuoso con todos y todas, diciendo las verdades más esplendidas con las palabras más bellas.
Así un día la profesora de Literatura (que bien podría haber sido alfabetizadora, pues lo único que sabia eran las vocales y consonantes (ah también debo reconocer que me odiaba, mi capacidad de reflexión la exasperaba)) me dijo: - ¿Podrías contarnos resumidamente el Cantar del Mio Cid, querido?. Un aire gélido atravesó el aula, 42 cabezas con 84 ojos (cada una dos, se entiende?) me miraron directamente y comenzaron a sudar.

- Señora, nosotros no vimos el Cantar del Mio Cid, verdad chicos? – dije mirando a todos- (nadie se atrevió a contestar)
- Se equivoca alumno a mitad de año lo leímos por arriba y entiendo con su inteligencia superior recordara de que se trata, verdad? – dijo sentada como una reina ese ofidio calcáreo y rutero que tenía más años que el bisabuelo de Matusalem.

No se me cruzo por la cabeza encorvar mi espalda en señal de sumisión, ni bajar los hombros, pero mucho menos decir: - No, no lo recuerdo. Jamás le iba a dar el gusto a esa turra adoradora de ROSAURA A LA DIEZ, M HIJO EL DOTOR, POR QUIEN DOBLAN LAS CAMPANAS, SOBRE HEROES Y TUMBAS, LA IMPOSTORA, LA IMPURA, LAS DEL BARRANCO, LA CAUTIVA, UNA EXCURSIÓN A LOS INDIOS RANQUELES e infinidad de idioteces más que nos hacia leer horas y horas sin siquiera saber si esa mierda literaria nos gustaba, de decirle no sé. (Aunque debo reconocer que muchos de éstos libros leídos bien, muchos años después, son excelentes, pero no bajo la presión de una mercenaria de las letras).
Volvamos al Cantar del Mio Cid, mi compañero de banco me miraba azorado no podía creer que yo me levantaba (en esa época era: - ¡Parece al lado del banco y hable, o lea, o cague ! etc)
La profesora se acomodo los anteojos, así para abajo, en la punta de la nariz (viste que esas viejas retrogradas utilizaban ese recurso de ponerse lo lentes en la punta de la nariz? ¿Qué mierda se creían? ¿qué te veían por partida doble?, con o sin lentes no veían nada y encima se hacían las intelectuales. Ahora entiendo que lo hacían para intimidarnos o para simplemente ni enterarse de que hablábamos pues bien que relojeaban la Revista PARA TI, o VOSOTRAS, mientras nosotros dejábamos el alma en los exámenes orales. Aunque las peores eran las que se iban con anteojos para sol (negros o marrón oscuro en pleno invierno y tomaban las pruebas escritas con ellos puestos). ¿Algunas de estas habrá sido quemadas en la hoguera?; sorprendentemente esto me haría feliz.

- Estoy esperando alumno, hábleme del Mio Cid –dijo con esa voz carrasposa.
- Paradito al lado de mi mesa le dije – ¿Por qué no nos introduce en el tema usted?
- Sólo hablo una vez, y esto, ya lo explique
– respondió la serpiente.
- Habré faltado ese día entonces – respondí.
- Es su problema, no el mío – se atrevió mientra abría un paquete de CRIOLLITAS
- Por supuesto- le dije
– sintiéndome Karadagian y ella LA MOMIA NEGRA.
- Comience por favor- prosiguió mientras ponía una cara de gozo infinito hacia lo que avecinaba un uno en le libreta .

El aula se había convertido en un monasterio trapense, yo trague saliva, sólo por tragar, nunca me costo mucho hablar, y para sanatear mandado a hacer.

- Bueno este; el Cantar de Mio Cid es un cantar de gesta anónimo que relata hazañas heroicas inspiradas en los últimos años de la vida de Rodrigo Díaz de Vivar, y es considerada la primera obra narrativa extensa de la literatura española en una lengua romance.En realidad (aquí yo caminaba por entre los bancos del aula marcando territorio entre mis ingnorantes compañeros y la cascabel anteojuda a la cual en ningún momento mire a la cara. (Perra morbosa!!) el Cantar es un poema consta de 3.735 versos anisosilábicos de extensión variable. Por si no lo sabe (esto si se lo dije mirándola directamente a la cara) versos anisosilábicos son los que se emplean para indicar que los versos de una estrofa o poema no guardan regularidad en cuanto al número de sílabas métricas.
- ¿Sigo?

- Recién empieza - me dijo la canina recibida.
- Ok; los versos del Cantar de Mio Cid están divididos en dos hemistiquios separados por cesura. La longitud de cada hemistiquio es de 4 a 13 sílabas, y se considera unidad mínima de la prosodia del Cantar. No hay división en estrofas, y los versos se agrupan en tiradas, es decir series de versos con una misma rima asonante. Está escrito en castellano medieval y compuesto alrededor del año 1200. Se desconoce el título original, aunque probablemente se llamaría gesta o cantar – todo esto lo hablaba en una tono de voz, que dormiría a un hiperquinectico- El Cantar de mio Cid es el único conservado casi completo de su género en la literatura española y alcanza un gran valor literario por la maestría de su estilo. Además del que nos ocupa tiene cuatro textos épicos conservados; las Mocedades de Rodrigo con 1700 versos, Cantar de Roncesvalles de unos 100 versos y una corta inscripción de un templo románico, conocida como Epitafio épico del Cid .

La clase estaba estupefacta, la aprendiz de Dogo no salía de su asombro, mientras sus ojos grises de Siberiano paupérrimo despedían fuego, por momentos pensé que me iba a crucificar en público mientras exclamaba: - Usted es igual a su madre, saben siempre todo, yo la tuve de alumna a ella y era admirable, claro que los tiempos cambiaron ¿no?me dijo la tremenda cascabel.
- ¿En qué sentido cambiaron señora, ¿temporales?, los conocimientos generalmente son iguales si uno se informa, si uno lee, si uno habla e interactúa con otros, la sabiduría no, ¿no lo cree así?. Hay gente que a quedado demasiado estructurada en el tiempo, pegada al pasado, sobre todo en actitudes y modismo, ¿no?.
- Tal vez, aunque no me explicó el argumento y algo de la estructura del Mio Cid –dijo e instintivamente mire a mis compañeros- (manga de parásitos resucitados) y expuse:
- El Cantar de Mio Cid trata el tema el proceso de recuperación de la honra perdida por el héroe, cuya restauración supondrá una honra mayor a la de la situación de partida,este largo poema se inicia con el destierro del Cid, primer motivo de deshonra, tras haber sido acusado de robo. Este deshonor supone también el ser desposeído de sus heredades y privado de la patria potestad de su familia. Tras la conquista de Valencia, gracias al solo valor de su brazo, su astucia y prudencia consiguen el perdón real y con ello una nueva heredad, el señorío sobre Valencia, que se une a su antiguo solar ya restituido.

- Sigo profesora?- le pregunte mientras sentía un leve orgasmo.
- ¿Acaso le dije que se detenga? –respondió inerte.

- Bueno, paradójicamente, con ello se produce la nueva caída de la honra del Cid, debido al ultraje de los infantes a las hijas del Cid, que son vejadas, fustigadas, malheridas y abandonadas en el robledal de Corpes. Esto supone, según el derecho medieval, el repudio de facto de estas por parte de los de Carrión. Aquí el Cid decide alegar la nulidad de estos matrimonios en un juicio presidido por el rey, donde además los infantes de Carrión queden infamados públicamente y apartados de los privilegios que antes detentaban como miembros del séquito real. Por el contrario, las hijas del Cid conciertan matrimonios con reyes de España, llegando al máximo ascenso social posible. Así, la estructura interna del texto está determinada por unas curvas de obtención–pérdida–restauración–pérdida–restauración de la honra del héroe. En un primer momento, que el texto no refleja, el Cid es un buen caballero vasallo de su rey, honrado y con heredades en Vivar. El destierro con que se inicia el poema es la pérdida, y la primera restauración, el perdón real y las bodas de las hijas del Cid con grandes nobles. La segunda curva se iniciaría con la pérdida de la honra de sus hijas y terminaría con la reparación mediante el juicio y las bodas con reyes de España. Pero la curva segunda supera en amplitud y alcanza mayor altura que la primera.

- ¡Suficiente! – grito el animal encerrado en esa mujer a la que llamábamos profesora Rita- esta bien sentate. (Me tuteo!)
- Pero no termine, señora!
me atreví – no termine de explicarle a usted los versos anisosilábicos, entendió?
- ¡Sentate ya! Saquen una hoja. Prueba escrita TODO EL MUNDO SOBRE EL MIO CID; TEMA 1, TEMA DOS, TEMA TRES Y TEMA CUATRO, MENOS VOS QUE QUIERO que me desasnes con tu inmensa sabiduría sobre el Quijote!
- Con mucho gusto –
le respondí inmutable, distante, anónimo.

La grandísima perra se olvidaba que yo era hijo de mi madre; una erudita que sabia de memoria todos los textos cláscios habidos y por haber y en vez de la teta me habia alimentado de ellos. Tambien ignoraba que mi madre era hija de mi abuelo; otro intelectual y adorador de la literatura en cualquiera de sus manifestaciones. Pero básicamente ignoro siempre, hasta su final (que en paz descanse) que a mi no me iba a ganar con desafíos paupérrimos y pelotudos como el Cantar del Mio Cid, que dicho sea de paso ya ni me acuerdo de que se trata.



Mi escrito sobre el famoso Hidalgo fue maravilloso, sobre todo porque la ofidia profesora era, en realidad, medio ciega y aproveche a copiarme a más son poder. El Quijote me importaba una mierda, lo único que quería era cagarle la vida a ella con una interpretación maravillosa del mismo, y que por una vez y siempre, Mauro, mi compañero de banco, ponga sus ojos en mí y obvie, por supuesto, el terrible grano que me estaba saliendo en la mejilla izquierda.

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