lunes, 13 de abril de 2009

I HAVE FULLY COME OUT OF THE CLOSET – Cap 24 – Kim Basinger


Nunca voy a olvidar ese martes de mediados de Julio de 1990. Si existe una ciudad en el mundo que me gusta cuando llueve es Buenos Aires. También me gusta Mónaco con sol, Londres nublado o París, cuando apenas una llovizna disfraza de agua el Arco del Triunfo. Pero como Buenos Aires cuando llueve no hay.
La lluvia, además de lavar todo, tiene como una magia sexual distinta ¿no?. Te agarran como calorcitos, te pones cachond@, te agarran ganas de manosear, casi sin querer, el primer tozo de carne humana que tengas al lado. Bue, no sé, a mi me pasa eso, para que negarlo.
Pero aquel martes de mediados de Julio de 1990, en Buenos Aires no llovía, di-lu-via-ba. Lo techos de universidad parecía que iban a ceder al agua y terminaríamos todos sepultados.
Yo estaba extremadamente aburrido en el aula mientras el profesor de semiología empezaba a darnos una introducción a la RETORICA DE ARISTOTELES (del cual sólo me interesaba su vida sexual, recuerden que yo estaba en un descubrirme permanente). Para ponerlos al tanto, como explicarles… eh, la semiología es algo así como una ciencia que estudia los sistemas de signos: lenguas, códigos, señalizaciones, etc, etc, etc, es algo como un recipiente donde se deposita el análisis de los signos, sean estos lingüísticos (semántica) o semióticos (humanos y de la naturaleza), imagínate lo que me importaba a mi en ese entonces; NADA, ABSOLUTAMENTE NADA (debo reconocer que es algo interesante, lastima que uno se da cuenta tarde).
Ya, cuando el pesado del profesor (que era lo mas insoportable, tedioso y poco claro que escuche en mi vida), comenzó a introducirnos en LOS ELEMENTOS DE LA PUTA SEMIOLOGIA Y RETORICA, mi mente ya no estaba en el aula, sino en levantar la mano (había que hacer esto, recuerden que yo estudiaba en una sagrada institución) y decirle que quería ir al baño. Necesitaba unos minutos en el fuera de ese aula para fumar y despegarme.
Al salir me dieron ganas de ir al baño y… fui, total pensaba volver a la clase 10 minutos antes que termine.
Baje esa escalera de mármol, abrí la puerta del baño y cuando toque el picaporte del privado en ese mismo instante se abrió la puerta y emergió él, cual Neptuno desde la profundidad de un mar desprendido de sus ojos verdosos: Gonzalo F.M (no era una radio, sino un doble apellido). Nos quedamos mirándonos frente a frente, estáticos mudos, casi al borde del sudor frío corriendo por nuestras espaldas.
Gonzalo, eran un compañero de la carrera, con el cual siempre intercambiábamos un hola y a lo sumo un chau.
La mirada se transformo en una mano agarrándome de la nuca y metiéndome en ese cubículo de 1 x 1 para empezar a taladrarme la boca, desprenderme la camisa y manosearme desesperadamente, mientras apoyaba mi cuerpo en los azulejos y me apretaba más fuerte mientras me desnudaba ( si, si, termine completamente desnudo, como él).
Yo no entendía nada (Gonzalo era en ese momento, lo que hoy llamarían METROSEXUAL;o sea la nada, una mezcla de mariquita no asumido con hetero coqueto) de lo que pasaba, pero ni en pedo iba a dejar de gozar de ese momento. Además pensa; eso era un momento que excedía lo sexual: estaba en una universidad, religiosa, controles en todos lados, pero el tipo encerrado en un baño con otro tipo y haciendo de todo!!!. Creo que eso me calentó mal.
Gonzalo fue dejando mi boca para recorrer todo mi cuerpo con su lengua, mientras me iba dando vuelta muy lentamente. Yo no podía hacer nada, estaba en un momento de sumisión total, ergo: DEJE QUE ME HAGO DE TODO.
Hasta que llego al punto del beso desconocido para mí y pensé, seria y respetuosamente en,… desmayarme pues, cuando su lengua comenzó a explorar la superficie interna de mis nalgas, la vista se me nublo, el cuerpo se me aflojo y mi termómetro cerebral estallaría en mil pedazos.
El beso negro, una de las tantas prácticas sexuales que existen que consiste en besar el ano (mira que fino estuve) comenzando de forma suave e introduciendo más adelante la lengua, había llegado a mi vida (jure que nunca me abandonaría).
Empecé a gemir cual yegua desbocada en un potrero, pero un gemido silencioso, que me calentaba más aún. Y lo escuchaba a él, retorcerse de placer mientras se manoseaba todo el cuerpo y se masturbaba.
Sentí su lengua luchar contra las orillas de mi orgasmo, sentí su grito de placer al que acompañe con el mío.
Mi mejilla se apoyo en los azulejos y mi corazón iba a escaparse del pecho. Cuando empecé a vestirme Gonzalo ya se estaba lavando la cara y las manos. Me miro y me dijo:


-Nos vemos en el aula, este…nada y… sécate.
- Okey –
le respondí.

Quede en una especie de orgasmo que me duraría varios días de sólo recordar la situación a lo Kim Basinger. Me acerque al espejo y me vi: mojado hasta el orto!, pero mojado mal, no del sudor de la calentura y el sexo, sino de la puta gotera que había en ese puto baño y de la cual nunca me entere, extasiado con el pelotudo de Gonzalo que tampoco me dijo nada. Con razón me dijo: sécate - el muy idiota (y yo que pensaba que me tenia que secar otra cosa).

Gaste rollos enteros de papel higiénico, pero nada podía conmigo Y MI DILUVIO interno y externo, pero para no opacar el momento vivido fui al aula así como estaba.
Por supuesto que las 30 almas se dieron vuelta para mirarme, incluso el boludo de Gonzalo, que hasta ¡puso cara de sorpresa!.
Me senté como cualquier tío, mientras veía como el agua de mi ropa y cuerpo se deslizaba por el piso del aula, pero básicamente para escuchar al profesor decirme:
- ¿Pero usted no fue al baño?, ¿Dónde se mojo así?
- En el baño!, ¡podrían arreglar esa gotera con lo que nos cobran de cuota no? –
respondí exaltadamente (por supuesto que, más allá que era verdad, nadie me creyó (hay que ser muy boludo para empaparse así con una triste gotera)).
En fin lo mío fue sexual (inesperado) y social (también inesperado); a la semana arreglaron la gotera y a mi, me habían destapado el caño.

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