Uno de los mayores problemas que se presentan al planificar una gestión cultural es la determinación de prioridades.
Si atendemos el criterio de llevar a la práctica aquellos programas fácilmente realizables en corto plazo y que no insuman mayores recursos ni riesgos, seguramente nuestra gestión va a quedar en la mediocridad y las acciones serán muy pobres. Si por el contrario damos prioridad solo a los grandes proyectos, correremos el riesgo de enfrentarnos a los molinos de viento y quedar rendidos de cara al cielo.
Siempre debemos planificar hacia lo alto, hacia lo ideal, pero sin perder de vista la realidad. Si de partida no apuntamos hacia lo ideal nunca sobrepasaremos el nivel de la pobreza. Pero si apuntamos solo hacia lo alto sin fundamentos en la realidad, seremos solo voluntarios diletantes.
El punto medio será apuntar siempre hacia lo ideal, planificando en base a lo posible y forzando los mecanismos de la realidad para que nos permitan remontarnos lo más cerca posible del ideal.
Es necesario que poseamos en mayor grado posible el conocimiento de la realidad y dominio de los recursos, para elaborar proyectos valederos y realizables. Por ello “... los planes no deben hacerse con afirmaciones vagas y genéricas, sino con la mayor precisión posible, porque van a regir acciones concretas...
... Dentro de la precisión –establecida en el principio anterior- todo plan debe dejar margen para los cambios que surjan en este, ya en razón de la parte imprevisible, ya de las circunstancias que hayan variado después de la previsión.
Este principio podrá parecer a primera vista contradictorio con el anterior. Pero no lo es. Inflexible es lo que no puede amoldarse a cambios accidentales, lo rígido, lo que no puede cambiarse de ningún modo. Flexible, es lo que tiene un dirección básica, pero que permite pequeñas adaptaciones momentáneas, pudiendo volver después a su dirección inicial. Si, una espada de acero es flexible, porque doblándose sin romperse, vuelve a su forma inicial cuando cesa la presión que la flexiona (Agustín Reyes Ponce )
Estas contramarchas por situaciones de crisis se dan a menudo en los países del área latinoamericana y el agente cultural debe estar preparado para ello.
Volviendo al tema de la determinación de la prioridades, diremos que del análisis de los campos de acción , sectores y dominios culturales , objetivos y funciones de la política cultural, aplicados a la realidad de cada caso particular , nos determinara las distintas prioridades en nuestra planificación.
De la misma manera adecuaremos los medios a los objetivos, determinaremos el uso de los recursos disponibles, elegiremos las estrategias y metodologías, decidiendo los momentos de ejecución con sus respectivos cálculos de tiempo.
Si atendemos el criterio de llevar a la práctica aquellos programas fácilmente realizables en corto plazo y que no insuman mayores recursos ni riesgos, seguramente nuestra gestión va a quedar en la mediocridad y las acciones serán muy pobres. Si por el contrario damos prioridad solo a los grandes proyectos, correremos el riesgo de enfrentarnos a los molinos de viento y quedar rendidos de cara al cielo.
Siempre debemos planificar hacia lo alto, hacia lo ideal, pero sin perder de vista la realidad. Si de partida no apuntamos hacia lo ideal nunca sobrepasaremos el nivel de la pobreza. Pero si apuntamos solo hacia lo alto sin fundamentos en la realidad, seremos solo voluntarios diletantes.
El punto medio será apuntar siempre hacia lo ideal, planificando en base a lo posible y forzando los mecanismos de la realidad para que nos permitan remontarnos lo más cerca posible del ideal.
Es necesario que poseamos en mayor grado posible el conocimiento de la realidad y dominio de los recursos, para elaborar proyectos valederos y realizables. Por ello “... los planes no deben hacerse con afirmaciones vagas y genéricas, sino con la mayor precisión posible, porque van a regir acciones concretas...
... Dentro de la precisión –establecida en el principio anterior- todo plan debe dejar margen para los cambios que surjan en este, ya en razón de la parte imprevisible, ya de las circunstancias que hayan variado después de la previsión.
Este principio podrá parecer a primera vista contradictorio con el anterior. Pero no lo es. Inflexible es lo que no puede amoldarse a cambios accidentales, lo rígido, lo que no puede cambiarse de ningún modo. Flexible, es lo que tiene un dirección básica, pero que permite pequeñas adaptaciones momentáneas, pudiendo volver después a su dirección inicial. Si, una espada de acero es flexible, porque doblándose sin romperse, vuelve a su forma inicial cuando cesa la presión que la flexiona (Agustín Reyes Ponce )
Estas contramarchas por situaciones de crisis se dan a menudo en los países del área latinoamericana y el agente cultural debe estar preparado para ello.
Volviendo al tema de la determinación de la prioridades, diremos que del análisis de los campos de acción , sectores y dominios culturales , objetivos y funciones de la política cultural, aplicados a la realidad de cada caso particular , nos determinara las distintas prioridades en nuestra planificación.
De la misma manera adecuaremos los medios a los objetivos, determinaremos el uso de los recursos disponibles, elegiremos las estrategias y metodologías, decidiendo los momentos de ejecución con sus respectivos cálculos de tiempo.
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