jueves, 18 de febrero de 2010

La perspectiva de mi pestaña


A esta altura como te imaginaras, C. simplemente desapareció. Seria muy bajo insistir con alguien como yo: que no respondió más ninguno de sus mensajes ni llamados por el simple hecho de darme cuenta que él podía ser la persona a la que iba a amar locamente: Cobarde yo?, miedoso yo?.
Ante esta verdad develada, me pregunte ¿Quién soy yo?, atajate Catalina !, si yo respondo con mis palabras a esta pregunta, a ustedes, estas palabras, no les dirían absolutamente nada. A esta altura ustedes, mis amigos, mi familia y los otros (esos que no son nada aún) tienen una percepción de mí, que lejos estoy de desmentirla, confirmarla o discutirla, después de todo poco me importa lo que piensen de mi. Pero si me gustaría que comprendan, en su fuero interno, por qué tienen esa imagen de mí. Pienso en todos los que fui para los demás, uno es también la conformación de la mirada ajena, del otro. Y esta mirada a veces (casi siempre) obedece también a una condición sexual. Detallo: para mi madre, por ejemplo, fui y soy el mejor compañero, el hijo perfecto, en cambio para mi padre: un extraño, un error, una confusión (tendrá que ver con la identidad? la mía o la de él?), la familia es un caso aparte.
Son interesantes los profesionales, he visitado a muchos en mi vida, así, mi primer psicólogo me decía que todo era culpa de mi madre (acá me veía (YO) como un pobrecito, que por supuesto nunca culpe a mi madre!!), que retrograda el tipo. Mi psiquiatra en cambio, no me veía como una persona, sino como un trastorno, sobre todo de ansiedad (pobre no?), cada médico que me preguntaba mi condición sexual (será una condición indispensable con fines estadísticos?) también me despersonalizaba YO ya NO ERA YO (R.) sino una enfermedad de transmisión sexual.
Ni hablar del cura que casi me lleva a punta de pistola (connotación sexual) a encerrarme a un monasterio, diciéndome que estaba rozando la perversión.
En fin estas son solo algunas de las miradas ajenas que me fueron formando. Nunca les hice caso igual. Si me dejaba llevar por todos terminaría en un manicomio. Enloquecería por las voces ajenas; para mis amigas lesbianas yo era un exceso de histrionismo, en cambio para las heterosexuales un desperdicio y para los heterosexuales una mariquita, pero también para este grupo un elemento necesario para decorar su reuniones y pura creatividad!!! Dentro del gheto que soy? Para los gay pasivos: un padre, para los activos: un culo (directas las locas!)
En fin, ¿si esto me perjudico en algo?, no, ya te conté que la mirada ajena me preocupa poco y nada, no me provoco trastornos bipolares, de personalidad ni nada por el estilo. En definitiva siempre voy a ser quien ustedes creen que soy y lo que soy, en realidad, solo queda para mí.

No hay comentarios: