sábado, 10 de julio de 2010

SABADO


Hoy es sábado, 10 de Julio del 2010, para darle una situación cronológica o temporal,como quieras llamarla. Me levante temprano, demasiado temprano para un sábado; el reloj desnudaba las 6 de la mañana.
Me levante de la cama en silencio, puse la pava al fuego y prepare mi mate. Volví con la bandeja a la cama. Tome mate.¿cómo explicártelo?, es momento de gran disfrute para mi: el ritual del mate, el calor del acolchado, los primeros y escuetos destellos de sol entrando por la venta, los libros que voy leyendo y se acumulan en mi mesa de noche junto a la lámpara. Y el silencio, el silencio como amalgama de mi mente con la realidad; como hace tiempo, como hace tanto.
Casi una hora se sostiene mi ritual del mate y la mirada fija en la pantalla de la TV apagada, su negritud suele conmoverme; con solo apretar un botón lo negro puede volver en infinidad de combinaciones coloridas: Maldita tecnología ¿o salvadora?
Me levanto pongo el tema EVERYTHING I DO, I DO IT FOR YOU, en una inolvidable versión de Katherine Jenkins. Agarro un libro y vuelvo a la cama.
Leo una carta redactada por un soldado alemán que montaba guardia en el invierno ruso a finales del 42:

“La Navidad más bella que había visto nunca, compuesta íntegramente de emociones desinteresadas y desprovista de todo ribete oropel. Yo estaba solo bajo un enorme cielo estrellado, y recuerdo que una lagrima rodaba por mi mejilla helada, no era una lagrima de dolor ni de alegría, sino de la emoción creada por una vivencia intensas…”

Comienzo a regalarle una lagrima a aquel soldado, me salva sentir que puedo emocionarme ante estas cosas, me rescata de una realidad absurda y descarada que, una realidad que vivimos a diario.
Pienso en como aquel paisaje gutural, helado, ese paisaje de inmensa soledad y miedo, pudo formarse en la cabeza de aquel hombre, en una postal inolvidable, en una “vivencia intensa”
Creo que solo se detuvo en la belleza inanimada del paisaje, en el cielo estrellado, en la magnificencia de lo creado, en la destrucción de vidas que veía a diario y ese fue su momento de sosiego; un instante en el tiempo en el cual se vio él ante la alteridad y ante su vulnerabilidad. También creo que pensó que ese momento, único, podría llegar a ser su último momento.

Me levanto, me sigue acariciando la voz de la Jenkins, ahora con The Prayer. Hoy voy a librar una batalla, voy a hacerle guardia a mi vida, voy a seguir contemplando mi interior para salvarme del afuera.

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