viernes, 2 de octubre de 2009

Diarion de Un Retiro - Salta 28 de Julio - Parte 3 -


El padre Agustín me invita para acompañarlo al centro de Salta a comprar insumos para la computadora. Salimos en el auto acompañados por el Hermano Josué y Nicolás, un joven que hará el retiro espiritual. Con ese gesto amable que lo caracteriza, el Padre Agustín, me muestra el casco histórico de la ciudad, las calles principales, todo entrecruzado con alguna historia característica de la ciudad.
Terminamos en una especie de cantina donde me hacen probar las famosas empanadas salteñas y tamales.
Algunas horas más tarde regresamos a la parroquia y algo de lo que veo se desvanece, es decir, mi visión de mi, cada voz que siento es un brote de viento que se disuelve aire. No escucho nada más.
- ¿Dónde fuiste? – me pregunta inmediatamente Magdalena cuando me ve llegar.
- A dar una vuelta con el Padre Agustín.
- ¡Ah, ok!, gracias por avisarme – me dice mostrando ese ser madre que no puede dejar de lado.
Salgo al patio, me socorre una brisa amable y norteña, un cielo que se descubre cielo en sus estrellas, un fondo negro disfrazado de plateado, un espejismo de la noche haciendo metástasis en mi mente.
Escucho la voz del Padre Josué avisando sobre la partida al otro día hacia San Lorenzo, lugar donde haremos el retiro, a las siete de la mañana.
Yo sigo mirando el cielo con un disfrute casi imposible de describir; el disfrute de la ausencia, de todo lo que puede ser y aún no se crea, de la arcilla deshecha barro sin ser vasija. Ausencia de mí en mí, todo lo lejano tiende a volverse cerca.

No sé de más ausencias que mi cuerpo;
un exilio que de mí
fue cayendo y callando y cayendo.
Nada en el lugar del hallazgo
nadie que me encuentre.
Solo;
un espejo devuelto en piel.

La noche ya lo invade todo, la brisa me resulta una aliada que trae a mí la voz de Magdalena para desearme buenas noches, devuelvo su saludo con un beso y no puedo dejar de agradecerle que me haya traído. Ella no puede con ella y me dice:


- Gracias a vos, que descanses y que Dios te bendiga.

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