domingo, 29 de noviembre de 2009

Breve historia de la sexualidad

El sexo a lo largo de la historia ha sido entendido y experimentado de distintas formas dependiendo de los distintos factores:

• Momento histórico
• Lugar geográfico
• Marco religioso-cultural

La historia de la sexualidad ha recorrido diferentes civilizaciones y culturas, caminando de la mano de las más importantes religiones del mundo: Cristianismo, Islamismo, Judaísmo, Hinduismo, Taoísmo y Budismo.

Todas ellas han marcado normas y conceptos de la respuesta sexual humana.

Existen huellas históricas que nos hablan del interés por el sexo en el mundo antiguo. Es el caso del Arte Erótico en el Paleolítico donde objetos y pinturas ensalzaban aspectos de la sexualidad.
Como ejemplo de ello son las danzas fálicas que aparecen representadas en pinturas rupestres, las Venus Esteatopígicas, las vulvas grabadas en piedras, los grandes falos en estatuas y grabados. Enmarcados como símbolos de una sexualidad entendida como fecundidad en la mujer, fertilidad de la tierra y virilidad del varón.
Asimismo se sabe con certeza que en el mundo antiguo, los genitales no tenían significado obsceno o erótico, por tanto, cabe pensar que estas figurillas y pinturas eran símbolos de la fuerza fecundadora. Símbolos de una sexualidad que aseguraba la continuidad de la vida por la descendencia.
Familiarmente se supone, que en un principio, se aseguraba la descendencia con la monogamia, como sucede en el mundo animal. Esta situación fue evolucionando hacia la poliandria, más típica de las sociedades matriarcales, en las que la mujer era la pieza clave de las sociedades, la que ofrecía los hijos, que era el mayor bien de la familia.
Esta situación fue modificándose, a posición del hombre poco a poco fue adquiriendo relevancia, hasta el punto que la mujer fue perdiendo sus privilegios a favor del hombre, que se convertiría en el patriarca, inaugurándose pues el concepto de poligamia.
En Egipto, la sexualidad se vivía de un modo bastante permisivo e igualitario, ya que se daba en una relación de igualdad entre hombres y mujeres.
Las sociedades egipcias se regían por el concepto de monogamia dentro del matrimonio, y a pesar de que se gozaba de cierta libertad sexual, se esperaba de la mujer fidelidad y entrega a la crianza de los hijos.
El incesto sin embargo estaba permitido. Siendo frecuente en las familias reales. Sobre todo los matrimonios entre hermanos.
Artísticamente se conservan papiros y estatuas, que muestran la importancia que se le daba a la práctica sexual, al coito, a las orgías, a los genitales (como símbolo de virilidad y fecundidad). Estas estatuillas y representaciones sexuales, eran tan importantes en la sociedad egipcia, que incluso acompañaban a los muertos en sus tumbas como amuleto o tal vez para ayudar a despertar a otra vida.
La cultura egipcia atribuía tal relevancia al sexo dentro de la vida diaria, que tenían el pleno convencimiento que en la "otra vida" existiría el sexo y disfrutarían del placer sexual después de la muerte.
La mujer egipcia era considerada como objeto de culto y contemplación. Como ejemplo se cita a las prostitutas sagradas que eran mujeres que mantenían relaciones sexuales como parte de rituales religiosos en lugares sagrados y normalmente como ofrenda a los dioses. Se cree que estas mujeres surgen de sociedades matriarcales en las que la sexualidad y la espiritualidad estaban muy unidas, por lo que el sexo se convertían en ofrenda a los dioses para ganar su favor y que la mujer fuese obsequiada con fertilidad.
Por otro lado, se decía que al ser las mujeres las encargadas de ciertas labores sagradas del templo, algunos hombres comenzaron a solicitar sus favores sexuales, de un modo meramente circunstancial, pero con el paso del tiempo, se fue sacralizando por la mayor importancia que adquirió la mujer en el ámbito religioso, de modo que el acto sexual llegó a convertirse en algo sagrado.
Otro planteo histórico afirma que deriva del rito de iniciación de las mujeres jóvenes antes de su casamiento. Siendo ofrecida al responsable de la tribu que era el que la desvirgaba para entregarla después a su esposo. (*) “La prostituta sagrada” de Nancy Qualls-Corbett

Los Babilónicos en cambio, vivían una sexualidad más limitada basándose en una monogamia estricta en la que la mujer era un mero objeto de placer y de dar hijos. El hombre sin embargo gozaba de ciertas licencias ya que era legal tener concubinas. El adulterio y otros comportamientos sexuales no permitidos, eran castigados con dureza.


El Imperio Romano atravesó por distintas etapas tanto en su desarrollo como en su decadencia. En cada una de ellas y por distintos motivos e influencias podemos identificar distintos acercamientos y modos de entender y vivir la sexualidad.

Tanto la religión como la familia ocupaban un lugar prominente dentro de la sociedad. Ambas instituciones (religiosa y familiar) eran respetadas y admiradas como valores que salvaguardar dentro de la vida cotidiana de los ciudadanos romanos. Dentro del modelo de familia patriarcal, la mujer romana ocupaba un lugar insignificante, casi nulo; antes de casarse la mujer era “esclava” en el hogar paterno, y durante el matrimonio (decidido por los padres), pasaba a someterse al marido.
Su cometido se limitaba a cuidar de la casa, procrear, criar a los hijos y complacer sexualmente a su marido.

La extensión y posterior caída del Imperio Romano dio un duro golpe a la familia como institución, ya que las guerras fueron causa de la desintegración de numerosas familias. Esto motivo y promovió una búsqueda de la sexualidad fuera del marco del matrimonio y la familia.

Ya en la decadencia del Imperio Romano reino el caos familiar y sexual, caracterizado por el auge de la prostitución; donde comienzan a proliferar los burdeles y se podía obtener compañía de las prostitutas que no sólo ofrecían placer sexual sino que se ofrecían como oyentes e interlocutoras de los hombres a los que les gustaba charlar de filosofía. Las infidelidades y el adulterio pasaron a ser prácticas sexuales comunes y cotidianas, hasta tal punto que los divorcios se consideraban como un trámite más dentro de la vida diaria en Roma y la homosexualidad entre hombres no estaba mal vista.
Contrario a este movimiento crece una corriente filosófica proveniente del estoicismo y el neoplatonismo, que promueve una nueva espiritualidad que afecta a la vida sexual de las personas.
Así, se reconoce la práctica amorosa en el marco del matrimonio, animando a los jóvenes a llegar vírgenes al matrimonio.

Dentro de esta corriente que se difundió a lo largo del s. II, los médicos aconsejaban, el ejercicio físico, así como la lectura, el estudio de la filosofía, y el abstenerse de la masturbación, ya que aunque no reconocía que fuese nocivo para la salud, consideraban que provocaba un desarrollo sexual demasiado precoz.


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