sábado, 20 de marzo de 2010

El evento


Llegamos al evento como si fuésemos los grandes invitados. Mi amiga vestida con un insoportable animal print, llena de joyas y taco alto. Yo todo de negro, con una camisa (de color) entallada al cuerpo que en algún momento pense que, si me sacaba el saco esplendido que tenia, esa camisa explotaría en mil pesados (si engorde, ¿y?).
36 grados de calor, el cielo prometiendo una tormenta inolvidable y ahí estábamos los dos en el Circulo Militar de Palermo, en un cocktail donde entregarían premios a los mejores empresarios del país. Previo a los premios nos invitan a subir a una tribuna donde 5 minutos después aparecen por una curva unos cientos de soldados con sus instrumentos musicales.
13 marchas tocaron!! 13 !!!!!! Yo estaba desbordado de los nervios; el clima, el verde del lugar y las 300 personas que ahí estábamos éramos el banquete ideal para los mosquitos que no paraban de lanzarse sobre nosotros.


-N. y la concha de tu hermana me quiero ir de acá!!!- dije a mi amiga.
-No podemos, nos van a mirar todos, quedamos mal!
-Me importa un reverendo carajo!! Me estoy desangrando con tantas picaduras de mosquitos!!!
-Por fi R. báncatelo.

Solo pude soportarlo imaginándome la desnudez de todos esos soldados y yo cual Coca Sarli, entregado en sus fauces.

Pasamos al salón donde se llevaría a cabo la entrega de premios y el cocktail. No dejaban de estacionar en el lugar Mercedes Benz y Bmw, con sus correspondientes chóferes.
De los autos bajaban una especie de dinosaurios embebidos en perfumes importados, que a mi se me acalambraba el olfato y la vista. Mucha piedra preciosa, mucho peinado con spray (si estas viejas son antiguas), mucho vestido de alta costura (son ridículas, definitivamente ridículas). Súmale a esto que, si bien el premio es para empresarios, lo organizaba una empresa de abogados ( si, empresa, si, de abogados: holaaaaaaaaa LO LEGAL ES UN NEGOCIO)
¿Por qué aclaro esto? Simple; nunca vi tanta cara de cagadores juntos, será que a cada persona de le nota su profesión en la cara? Yo estaba alelado, era como estar en un concilio de mafiosos , esos tipos te miran y sabes a ciencia cierta que te están cagando, estafando, maltratando psicológicamente, vulnerando tus derechos, etc,etc. Claro que debe haber excepciones, pero era muy claro que allí no estaban.
¿Y sus mujeres?, porque sus mujeres los acompañan a estos eventos y a otros, menos a los albergues transitorios, lugares que frecuentan con sus amantes. Ellas son muy particulares; algunas (las que seguramente eran secretarias de ellos antes de ser sus esposadas acompañantes) es imposible detectarles un gesto facial por dos motivos básicos: las cirugías y los kilogramos de maquillaje que se ponen. Usan mucho el dorado en la indumentaria comprada en avenida Santa Fe (zona plaza Italia) , aunque el evento sea a las 18 horas. Se peinan ellas mismas y seguramente llegan con el pelo mojado. Hablan a los gritos y no se ríen sino que carcajean permanentemente antes comentarios como:-¡Estas mas flaca! (ninguna de ellas es flaca y seguramente carcajean de los nervios que le genera el comentario), - ¡Tu marido gano tal juicio!, que grandes están tus nenes (32 y 42 años cada uno de los pelotudos, abogados también) y asi carcajean, carcajean y carcajean METAFORA DEL NO DECIR, pues nunca tienen nada inteligente que decir. Agarran, pese a la negativa, a sus maridos del brazo para mostrarlo a todo el mundo (y el garca la detesta). Y saludan a todos, hasta los que no conocen como si fueran hermanos.
Pero después esta la otra especie (que no diré los apellido por respeto a la descendencia). La damas patricias, las de alcurnia, las paquetas, que observándolas me di cuenta que no ríen, simulan la sonrisa con un leve moviendo de mandíbula superior hacia delante, mandíbula inferior hacia atrás y labios entre-abiertos y ahí queda el gesto tan conocido de hueles mierda!. Realmente estas mujeres tienen cara de oler mierda, será que así las educan por ser oligarcas?, esa casta superior. Estas “damas” detestan a las otras; las ex_secretarias (en realidad les deben tener miedo, a ellas les pudo haber pasado) pero las saludan y les sonríen (entre mandíbulas) como si se amaran. Ambas saben que se detestan. La señoras de sociedad solo visten ropas de marcas (internacionales por supuesto, jamás un Jorge Ibañez), no se besan; acercan aéreamente las mejillas (en realidad dos aproximaciones: izquierda y derecha). No veranean en Punta de Este (ahí solo pasan los fines de semana) prefieren la estancia de 45.000 hectáreas en el campo (buenos aires las estresa mucho) o bien su departamento en Paris, Roma o Barcelona (si aunque no lo creas detestan yanquilandia, les nombras Miami y se descomponen.) Están peinadas por estilistas que van a sus casas y solo conocen los supermercados cuando ven los saqueos por televisión. A todos los demás nos miran por encima de los hombros con una mueca de desprecio “hacia una raza inferior”, pobres en definitiva. Ah!! y seguramente no cagan.
Y ahí estaba yo, saludándome con la señora de 4 apellidos, el religioso mediático, un diputado que encontré perdido, un empresario automotriz que juraba conocerme de una reunión en Patagonia y con mi amiga que no paraba de tomar champagne.


-No te vas a emborrachar N.!-le dije-
-No!! R. estas loco, tomo un “algo” que me encanta!. Qué paquetería todo che! –me respondio.
-Si, es como cualquier día nuestro , ¿no?
-Idéntico ja-ja-ja, vamos a emborracharnos por ahí? -me sugirió mientras empezábamos a caminar hacia la salida,viendo esos esplendidos y mariquitas soldados vestidos de gala con un moño rojo gigante en el pantalon blanco que te daban pavor de solo verlos y cagándonos de risa de tanta pobreza espiritual.

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