sábado, 16 de mayo de 2009

Ricardo Duranti: La condición Gay Parte 1.


El Doctor Ricardo Duranti es Medico (UNP-1985), Medico Psiquiatra (UBA-1991) Magister en Psiconeuroinmunoendocrinologia (Fundación Favaloro-1996). En la actualidad cursa el Master en Gestión de Servicios en Salud Mental en la Fundación ISALUD y se desempeña como psiquiatra en el Hospital Francisco Muñiz en la Ciudad de Buenos Aires siendo Miembro de la Asociación de Psiquiatras Argentinos.


¿Qué lleva a una persona a realizar psicoterapia? ¿Es una elección consciente o por otros? ¿De qué nos salva la psicoterapia?

Uno/a puede tener diferentes motivaciones para empezar una psicoterapia. Puede estar pasando por una circunstancia dolorosa como la muerte de alguien, por ejemplo. Puede querer resolver una relación conflictiva para continuarla o terminarla, nunca se sabe… En mi caso particular, como yo atiendo mayoritariamente pacientes gays o lesbianas, en general se trata de gente que no está conforme con su sexualidad sea porque están en una fase temprana de su comino out, porque se casaron y quieren separarse, porque tienen hijos o hijas y no saben como manejarse o viven temerosos/as de ser descubiertos/as. También veo bastante gente con VIH que si bien no es en sí motivo de consulta, sí lo es el temor a ser discriminados o la necesidad de manejar su vida sexual de un modo diferente. Cada tanto aparecen parejas, mayoritariamente lesbianas, por problemas de relación. Otras pueden ser parejas serodiscordantes –donde uno es positivo y el otro no- que consultan para poder manejar la presencia del VIH en la relación.
A veces es una decisión propia, otras es producto del consejo de alguien y también puede venir de una derivación de algún profesional. Los médicos infectólogos incorporaron la posibilidad de una psicoterapia como apuntalamiento del tratamiento médico.
Finalmente, la psicoterapia no nos salva de nada, cada uno/a se salva a sí mismo… no hay otra. La psicoterapia es un espacio para poder pensar, verse a si mismo desde otro lado, y el terapeuta es como un guía en este proceso, pero el cambio final, las decisiones las tiene que tomar uno mismo. No esta de más recordar que el grueso de la gente no hizo, hace ni hará psicoterapia y esto no implica que vivan mejor o peor… la psicoterapia es una posibilidad de vivir la propia vida de un modo más ¿saludable?

¿Qué tipo de terapia es la más común? ¿Cuál empleas vos?

Este país esta colonizado por el psicoanálisis que, se diga lo que se diga, sigue siendo el cuerpo teórico más coherente y significativo que hay… claro que no necesariamente el más conveniente en todos los casos. Si bien yo estudié psicoanálisis muchos años, incluso desde antes de recibirme de médico, con el tiempo y al trabajar en diferentes ámbitos fui incorporando otras técnicas más acordes, pero nunca dejé de pensar la problemática de los pacientes desde la teoría psicoanalítica. Pero no hay que olvidar que las terapias cognitivas son ideales para tratar las conductas compulsivas, al menos para eliminar la sintomatología más evidente o que la gestalt tiene los mayores desarrollos en cuanto a terapias grupales se refiere. Si bien el psicoanálisis coloniza, las terapias cognitivas avanzan mucho, cada técnica tendría sus indicaciones, pero los rápidos cambios que generan las cognitivas resultan muy atractivos para mucha gente.
En mi caso particular, sin embargo, todo cambió cuando empecé a trabajar mayoritariamente con pacientes gays, lesbianas y travestis. Si bien la conflictiva, digamos neurótica, es la misma para todo el mundo, para las personas gays, lesbianas o travestis se agrega el factor de la homofobia, la discriminación social que cada uno de nosotros va incorporando desde que nace, las cuestiones identitarias –paso transitorio, pero ineludible- y el psicoanálisis tiene poco que decir sobre estas cuestiones lo que llevó, no acá donde estamos bastante atrasados, al desarrollo de abordajes diferentes. Yo, en lo personal, adscribo a lo que ahora se llaman escuela eclécticas donde lo importante no es que el paciente se adapte a la escuela teórica del terapeuta sino que este conozca técnicas que pueda utilizar según las necesidades del paciente. Y para trabajar con pacientes glttbi prefiero las llamadas psicoterapias afirmativas para gays y lesbianas que, independientemente de la escuela teórica del terapeuta, apuntan a desarrollar una idea positiva de la propia sexualidad partiendo de la idea de que la única diferencia entre hétero y homosexualidad está dada por la homofobia, tanto interna como social, y donde se trabaja básicamente sobre dos ejes: el proceso del coming out y la homofobia internalizada. La meta es que la persona se sienta a gusto con su homosexualidad y pueda desarrollar un proyecto de vida (afectivo, laboral, creativo) a partir de ahí. Paralelamente se pueden estar trabajando de la manera más tradicional cuestiones referidas al Edipo o a trastornos de la personalidad sin olvidar que una persona homosexual puede estar deprimida o angustiada no por si misma sino por el continuo enfrentamiento al estigma social.

¿Cuánto de mentira hay en lo que puede llegar a decir un paciente en cuanto al origen de su “enfermedad”, ese no reconocerse en la verdad?

No se puede hablar de verdad o mentira porque son términos valorativos. Cualquiera de nosotros inventa un guión sobre la propia vida y actúa de acuerdo a él. Lo cerca o lejos que pueda estar ese guión de la realidad es otra cuestión, pero el tema es si el guión es realmente útil o no, si sirve y se trata de una persona feliz y exitosa ¿alguien diría que es una mentira? ¿Cuál sería LA verdad en todo caso? La idea de verdad en relación a la propia vida puede variar a medida que uno vive.
Tampoco hay que olvidar que muchos/as terapeutas suelen problematizarlo todo olvidando que lo que hace una persona no necesariamente “problematizable”. El grueso de la población no hace terapia y uno no puede decir, a priori, que deberían. Hay muchas variables que llevan a que una persona llegue a una terapia, no puede hablarse de verdad o mentira.

¿Cuánta verdad hay en el discurso del terapeuta para él y para el paciente?

Volvemos a lo mismo, en este caso yo lo pensaría en términos de honestidad ¿Cuán honesto es un terapeuta en relación a su propia sexualidad si va a tratar a pacientes homosexuales? Y esto no tiene nada que ver con la ética, que es, en definitiva, una adscripción, sino con valores que se maman desde la cuna: qué es ser hombre o mujer, qué es lo permitido y qué no sobre todo en el terreno de la sexualidad, el tema de los hijos, de la pareja, de cuales son las prácticas admitidas… los valores están incorporados y siempre algo se desliza y a veces sin mucha sutileza si nos atenemos a los relatos de pacientes gays o lesbianas que fueron maltratados por terapeutas que no se creen homófonos, a veces ni saben que lo son.
De todas formas hoy no es ayer… existen acuerdos acerca de la inclusión de principios de derechos humanos en las prácticas psicoterapéuticas, más allá de que se apliquen o no. El respeto a la identidad es uno de ellos lo cual implica no considerar a todas las personas iguales, producto, muchas veces de la visión teórica de los/las terapeutas que adaptan todo discurso a la escuela a la que pertenecen. Un amigo me contó de una mesa redonda sobre psicoanálisis y género donde uno de los analistas participantes al ser interrogado sobre las travestis contesta que no tiene experiencia porque las travestis no hacen análisis porque tienen una gran resistencia al mismo… yo diría que no tienen plata ni otros recursos… pero esto en definitiva nos habla de cómo, sin quererlo, muchos/as psicoterapeutas creen un a priori sobre ciertos grupos (travestis resistenciales, putos con padres ausentes y madres sobreprotectoras, ecuación esta que es casi universal y tiene más que ver con los lugares del hombre y la mujer en la cultura occidental que con algo propio de la homosexualidad), y esto es lo que vos podrías llamar verdad o mentira en el discurso de un/a terapeuta, porque las prácticas, incluidas las psicoterapias, son llevadas adelante por personas que tienen (y aplican continuamente) una escala de valores que mamaron desde siempre.
Pero más allá de todas estas disquisiciones se supone que todo discurso terapéutico es verdadero, lo contrario sería suponer un deseo conciente de engañar al consultante.

¿Necesariamente una persona gay debe atenderse con un terapeuta gay? Y con respecto a esto; ¿juega algún papel la seducción en la relación paciente- profesional?

Yo haría una diferenciación y es que no hay terapeutas gays, en todo caso lo que podríamos decir es que el paciente sabe que su terapeuta es gay, que no es lo mismo. Ser gay no garantiza no ser homofóbico, de hecho esta lleno de terapeutas gays terriblemente homofóbicos o que se escudan detrás de una teoría para “abstenerse”. Ahora si pensamos en lo que dije al principio yo preguntaría: ¿hay alguna diferencia en que el paciente sepa que su terapeuta es gay? Claro que hablamos de pacientes homosexuales, y en este caso yo creo que sí, que la diferencia es enorme y sumamente positiva.
Si por seducción hablamos de la posibilidad de encame… hay normas éticas y no importa la sexualidad de él o la terapeuta. Si hablamos de un mayor feeling por parte del paciente… como antes, me parece algo positivo y si hablamos de transferencia erótica no habría diferencia si el/la terapeuta fuera homo o hétero, es independiente.

Un paciente gay ¿de que lugar interior viene y donde quiere llegar?

Habría que diferenciar algo primero y es el motivo de la consulta. Si la consulta es porque se siente desdichado por el hecho de ser gay, porque tiene una historia de fracasos –afectivos, laborales, sociales- por el hecho de ser homosexual, etc., es una cuestión y, evidentemente, la meta ideal es que se acepte a sí mismo y a su sexualidad, que pueda integrarse socialmente, tener proyectos afectivos, etc. Esta es una cuestión y los que consultan por estas cosas no son pocos a pesar que todo el mundo anda por ahí rasgándose las vestiduras con la idea de que vivimos en una sociedad más tolerante lo cual, nunca me voy a cansar de repetirlo, no es lo mismo que respeto. Tolerar es, meramente, soportar algo.
Otra cosa muy diferente es cuando un gay (o una lesbiana, bisexual o trans) vienen a la consulta, pero su sexualidad no es lo problemático: tienen pareja o la tuvieron, su sexualidad está integrada en sus vidas, tienen redes de pertenencia y sostén, etc. En estos casos no hay diferencias entre un/a paciente hétero y un/a paciente homosexual con la salvedad, claro, de que los segundos no dejan de mostrar las marcas que deja el pertenecer a un grupo discriminado y que puede aparecer reforzando sus síntomas neuróticos, pero no es la cuestión principal de la terapia como lo es en los otros casos.

¿Vos serias un atajo?


Yo o cualquier otro terapeuta que tenga la honestidad de no creer que su sexualidad no forma parte de la terapia, que haya podido trabajar sus propios prejuicios en relación a la homosexualidad. O sea cualquiera que no salga con pavadas del estilo “es lo mismo un terapeuta varón que mujer, hétero que homo…”, porque no es lo mismo. Y sí, si el o la terapeuta –hétero o gay- tienen esa honestidad acerca de sí mismos pueden servir de un gran atajo para resolver los conflictos derivados de la represión sobre la propia homosexualidad.

El gay es un ser utópico por excelencia ¿donde sitúas la utopía hoy en la cuestión gay?

Utópico implicaría (pienso en Tomás Moro, claro) en una especie de modelo perfecto o perfeccionado y la comunidad gay está formada por gente como cualquier otra, con las salvedades que mencioné antes. Yo más bien diría que es un ser idealista y ese idealismo esta puesto en un mayor compromiso consigo mismo. No nos olvidemos que a diferencia de las personas heterosexuales, toda persona homo debe preguntarse en algún momento de su vida acerca de sí, de su diferencia y esto los lleva a ese mayor compromiso.

En el discurso del paciente, el sexo suena a algo irreparable ¿suena a culpa?

El sexo nunca es culpable ni inocente, en todo caso lo serían las intenciones de la persona que lo practica. No se me ocurre que es lo que habría que reparar en relación al sexo, o en todo caso no a nivel individual. Las cuestiones, muy problemáticas a veces, alrededor del sexo tienen más que ver con valoraciones sociales y por lo tanto temporales. Lo que hoy es malo ayer tal vez no lo fue y mañana tal vez tampoco lo sea y así podemos tener muchas combinaciones.

¿Hasta donde llegas con un paciente? ¿decís basta?

En todo caso llegamos juntos… las terapias se agotan, sea porque se agotó el motivo de consulta al solucionarse, sea porque se agotó la relación terapéutica porque la terapia se extendió mucho tiempo, pero también porque el/la paciente puede decidir por su cuenta que ya no quiere hacer más terapia o que desea cambiar de terapeuta, cuestiones más que atendibles y que el terapeuta debe aceptar sin considerarlo como “resistencias”. Otras veces soy yo el que sugiere el ir pensando en la posibilidad de un alta. Algunos están de acuerdo y a otros los asusta… se va viendo qué pasa.
Solo una vez dije basta y fue con un paciente que solo deseaba medicación sin hacer el menor esfuerzo de querer resolver nada. Por supuesto que lo que menos necesitaba era medicación.

¿La condición homosexual cambia la mirada del mundo?

Absolutamente, la cambia en tanto que es la mirada de alguien que pertenece a un grupo discriminado por su sexualidad. Puede ser una mirada que trata de leer en los otros si ese o esa otro/a “saben”, una mirada algo paranoica a veces, perseguida. Pero en el fondo siempre vamos a encontrar una mirada original, otra forma de ver la vida y el mundo que son distintivas.

¿Crees que muchos gays y lesbianas padecen su condición sexual?

Sí, a pesar de que hoy hay más visibilidad, que no implica más aceptación, muchas personas homosexuales padecen de su sexualidad o, mejor dicho, del status que esa sexualidad tiene en una sociedad donde la heterosexualidad se considera “natural” y la medida de todas las cosas. Claro que en función de esto también podría pensarse que las personas heterosexuales, en algún punto, padecen de serlo…
La edad es una variable importante en esto. Una persona homo que tiene veinte años pasó gran parte de la adolescencia en un mundo donde la información esta disponible, hay figuras homosexuales públicas –aceptadas o no-, donde si tengo 12, 13 o 15 años puedo entrar a un cyber y chatear con sus pares. Diferente es un tipo de más de 45 o 50 años que vivió lo peor de la homofobia social y de los discursos represivos, que no tuvo sino hasta muy tarde la posibilidad de encontrarse con sus pares sexuales, que no tuvo modelos –no hay que olvidar el ocultamiento de la sexualidad homosexual en todos los campos hasta no hace muy poco. El grado de represión, y por lo tanto de padecimiento será diferente.

¿Qué sucede cuando una persona de una clase social medio / medio-alta mantiene sexo con personas de estratos sociales más bajos, no como placer sino como castigo por su condición?

Me parece que yo haría una diferencia porque en el ambiente gay el atravesamiento social es muy frecuente, la cuestión se dirime más en términos sexuales que sociales. Es de lo más común encontrar parejas –muchas muy bien constituidas más allá de lo que se piense desde afuera- donde uno de los miembros tiene mucho dinero, por ejemplo, o pertenece a una clase social alta y el otro o no tiene o pertenece a un estrato social bajo. La fantasía del chongo de barrio, del obrero con una infernal potentia coeundi, el soldado o cana (que generalmente pertenecen a estratos sociales bajos), etc., es de los más común y alimenta cuanto video porno ande por ahí. Yo creo que es totalmente posible ese tipo de relaciones que son más raras en el campo hétero, más rígido y estructurado en cuanto a quién con quién y qué y donde…
Si alguien de clase media/media alta tiene sexo con una persona de una clase social más baja (términos que habría que definir, por otra parte) seguramente lo que vamos a encontrar es mucha calentura y placer. Diferente es pensar si alguna de las partes siente culpa después, pero yo apostaría más a que es porque no tiene resuelta su homosexualidad que por otra cosa. Imaginemos a un tipo casado y suburbano, gerente de una empresa, que sale de la oficina y se levanta en una tetera a un flaco que labura en una fábrica… cogen ahí o en un telo y todo bien. El gerente se toma el tren para ir a La Lucila -donde lo esperan su mujer y tres niños onda propaganda de yogurt- y empieza a pensar en si se habrá contagiado algo, en que estuvo con otro tipo, que eso está mal, que qué hizo, etc. La cosa tiene que ver con él mismo y no con la clase social del partenaire.
Pero todavía podemos pensar en otra situación que sí se acerque a esta exótica idea del castigo. El mismo tipo ya no conoce a alguien casualmente, sin buscarlo, sino que va a lugares donde es posible que lo asalten, por ejemplo, o que lo maltraten. Esto con plena conciencia del riesgo, yo creo que ahí sí podemos pensar en un proceso inconsciente de relacionar sexo con castigo, aunque también con la posibilidad de que la cosa lo exceda y, finalmente, todo se descubra. Podríamos pensar otras situaciones similares que explicarían en algún punto a los tipos que levantan a cualquiera en cualquier lado y se meten en situaciones potencialmente peligrosas para si mismos, acá sí yo pensaría en algo del orden de la pregunta.

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