lunes, 29 de diciembre de 2008

De cómo se va dejando



-.l.-

Había sido él, el que no era;
equivocado en el alcance,
palpaba los sexos;
que seguían,
que quedaban.
Su cuerpo retrataba retaguardias,
ejercitaba el inocente pecado
que aún era un juego,
el de palpar los sexos;
que volvían ,
que acababan,
que secaban.
Respondía anhelante, despiadado,
al vicio de la lengua
que aprisionada en la carne
palpaba los sexos,
que lamían,
que chupaban,
que dejaban.
Calvarios de esperma y sudor
reclamaban los limites del cuerpo
sosteniendo los latidos,
que salían
que buscaban
que encontraban.
Costera era la noche que anclaba
regresos, que regalaba ocultas galas;
para someter, ahora, al sexo,
que revienta,
que justifica,
que agota.
Había sido él, el que no era
o si era había sido él, que volvía,
que seguía y quedaba;
que acababa y secaba,
que lamía que chupaba
y reventaba,
y equivocado en el alcance
palpaba los sexos.


-.ll.-

Lleno de creencias, en su celda,
limó barrotes,
rasgó vestiduras y rosarios
mató al santo,
olvidó al cura,
al Papa (o a papá) y su macabro silencio.
Había sido el mismo que no era,
con la creencia, ahora de no creer.
En una prisión de poros inundados
engendraba vientos y consignas
Y mató al cura y sus mentiras,
rompió el yeso de aquel santo;
y era el mismo que no era,
con la creencia, ahora, de gozar,
en ausencias anhelantes,
en humildes despedidas,
en placeres hundidos al tacto,
en ríos de estiércol.
Y caminando la calle paga,
mató al santo,
olvidó al cura,
del Papa ya no habló,
y siendo el mismo que no era,
se crucificó;
también fue un mártir.

-.lll.-

Silbaba la noche común,
casi estúpida y vacía,
relámpago de soledades
anegaban la calle paga.
Fue en una esquina, cree,
no recuerda, ni quiere.
Fue de noche y no admitido;
y sí callado,
y no sin miedo
y sí sentido.
Cruzadas las miradas se buscaron,
llegaron de rodillas
a inundar el despunte solar.
Transporte que acarrea ya a dos que no eran.
Boedo y después también.
Seis meses, fueron seis o tal vez menos
de insanías y desvelos.
seis meses, fueron seis o quizás más
esperando la entrega;
sin quebrar los cuerpos,
sin pedir nada...
Y seguía sin ser quien era.
volvía la nocturna silbatina,
se sentía el olor a sexo casto
y empezaba a saber quién era
él, que no era,
empezaba a conocer el amor
que fue olvidando.

-.lV.-

Menta de trasnoche y humo,
alfombras lo habitaban,
suaves melodías,
sentidos los besos húmedos.
Lejanos recuerdos se acercaban a la culpa.
Un ajeno encierro
que pesaba en la balanza de intenciones.
¿Era quién el que no era?
Desde sus polares sentidos
temblaba en imposibles horas;
a imagen y semejanza de lo aprendido:
por separado,
por idiota,
por ejercicio.
Eran de amor sus horas con el que no era,
eran remansos cómplices
que habitaban otra historia.
Pero era y no era.
Desterró inesperados besares,
persiguió otra vez más, casi elocuente,
los tambores de la noche;
sus ritmos,
sus cadencias
sus avaricias.
Y volvió, una vez más, casi creyente
a buscar sus soledades en la noche.

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