lunes, 29 de diciembre de 2008

Las dudas de la fé




por Mabel Padelli

Finalizada la procesión, luego de tantos rezos,
volví a su cruz, me arrodillé…
y a medida que mi pensamiento se escurría hacia El
sentí que mi religión había envejecido,
mi místico corazón huía
engendrándose en materialismo.

Pero aquellos ojos sufrientes de mi Cristo,
plenos de bellísima serenidad,
me seguían con la mirada.
Peleábamos abrumadoramente
entre sus espinas y las mías;
pero me ordenaba a la vez,
con una bondad, ancha, honda,
que mi intuición era despiadadamente imperfecta.

Entonces, me sublevé en plegarias…
y de pronto un soberbio llamado
me elevó hacia el cielo y me gritó:
¡Que muera tu corazón, mi amor lo espera!
¡Que crezca tu infame cobardía!,
yo la vigilo y la detengo.
¡Que la duda te fragüe con sus llamas!
y… si después mueres se elevará tu alma,
y allí, en el titilar de las estrellas, invisible,
estaré yo, tu Cristo, esperándote
para acunar las dudosas quimeras de tu espíritu.

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