martes, 19 de enero de 2010

Vuela, vuela… no te hace falta equipaje …


…más mochila que yo?


La pareja al costado de mi asiento no dejaba de mirarse, acariciarse, hablarse. ¿Eso es el amor? – pense mientras el avión despegaba de Porto Alegre con destino a Buenos Aires, me lo pregunté mientras los miraba de re-ojo.


Sonreí; me dieron ternura.


En mi costado izquierdo, otra pareja en la misma situación; ella lo miraba, él la acaricia, se hablaban, se besaban.
No sonreí; se me antojo el culo de no sonreír. No me salio. No me dieron ganas.
Lo único que me haría sonreír en ese momento es que el comandante con voz firme y segura anuncie calmadamente:

- Señores y señores en los próximos minutos este avión se estrellara sobre territorio argentino con 0 probabilidades de sobrevivientes, esperamos hasta aquí que su vuelo haya sido placentero. Buenas Noches. Gracias por volar con nosotros la Línea Aérea del Amor.

El amor nada tiene que ver con este funesto deseo de colisión; esas sentidas ganas de vivir en carne propia mi propio LOST (bueno una fantasía tengo que tener); después de todo que culpa tenian las parejas a mis costados creyendo que se amarían toda la vida? o los demás pasajeros que iban en el avión?. ¿Qué culpa tenian ellos que yo, a no sé cuantos putos miles de pies de altura, me diera cuenta que nunca ame verdaderamente a las personas que creí amar?

Nadie tenia la culpa de que, frente a la negra llanura que veía desde la ventanilla del avión, me invadiese una profunda angustia existencial (no podía ser de otra manera) y necesitara urgentemente llegar a Buenos Aires.

Ezeiza estaba vacío; como yo.

Llegue a mi departamento, me di un baño de inmersión, me prepare un café y me acosté.
Me dormí pensando en esas dos parejas; la felicidad que les suponía estar juntos y volví a sonreír.

No hay comentarios: